Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Cajón de sastre

29/09/2022

En la semana, acumulo en mi mente noticias oídas, leídas o de la tele. Para qué tanta información si a las pocas horas da paso a otras noticias que me impiden analizar aquellas que, por un tiempo, acapararon mi atención. Saray, con 9 años, al volver al cole comprobó que quienes el curso anterior la acosaron, seguían llamándola rata inmunda. Al llegar a su casa se tiró por el balcón desde un tercer piso. Los padres lo habían comunicado al colegio. La respuesta fue: «No es ni bullying ni bulan». Saray tuvo suerte: solo se rompió la cadera. ¿Qué dirán sus  compañeras? La noticia demasiado importante -pues en el ámbito escolar se está dando con frecuencia- como para no tener ningún punto de reflexión sobre el tema. Al menos, que yo sepa.
Otro titular: Las colas del hambre de la inflación. Cruz Roja calcula que deberá atender a 400.000 personas. Y se han duplicado las peticiones de ayuda en la franja de 16 a 30 años. Me entero de que ahora las tarjetas monedero hacen invisible la pobreza. Leo que la ayuda consiste en 40 euros al mes. Hago números y, no soy manirrota, pero para poco me llegaría. Sí, Cáritas, Cruz Roja y otras asociaciones ayudan. Pero con el dinero que se recauda por los impuestos, el padre Estado debería buscar soluciones justas. A veces se gasta mucho en actos, reuniones, tomas de contacto, cenas de trabajo que, quizá, merecería la pena eliminar y reutilizar para paliar esas dificultades de quienes no llegan a fin de mes aunque tengan trabajo.
Sigo: Una joven fue asesinada porque en su país, que no quiero citar, un defensor de la moral, ¿qué moral? decidió que su cabello no estaba bien cubierto. ¿Cuándo se dejarán a un lado esos pretextos que, pienso, son fruto del patriarcado más intolerante? En Italia, la candidata Giorgia difundió el vídeo de una violación en plena calle durante la campaña. La señora Meloni ha ganado las elecciones. Como en política todo vale, mostró con esta acción, lo peor del ser humano. ¡Ah!, lo olvidaba, el violador era negro y solicitante de asilo, eso se aprovecha. Pero hoy, domingo, acabo de enterarme de muchas otras cosas que no comento. Voy a seguir leyendo El Tren burra, de mi colega de profesión, Julián González Prieto, que ya va por la segunda edición. Es pura delicia.