Una foto maldita

Francisco Javier de la Cruz
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El 10 de septiembre de 1915 Palencia estaba de fiesta. Una fotografía inmortalizó aquel acto, una foto maldita para algunos de los protagonistas, ya que supuso el fin de sus carreras.

Una foto maldita

El 10 de septiembre de 1915 Palencia estaba de fiesta. Autoridades de primer nivel se congregaron en la ciudad para una inauguración que, como bien definió Jesús Coria, suponía pasar de un antiguo recinto conventual, al edificio de la luz. El nuevo instituto de secundaria, diseñado por Jerónimo Arroyo, emergía como símbolo de modernidad y desarrollo en Palencia. Una fotografía inmortalizó aquel acto, una foto maldita para algunos de los protagonistas, ya que supuso el fin de sus carreras.

ANTECEDENTES E INAUGURACIÓN. En 1845, fruto de la ley Pidal, fue obligatoria la existencia de un instituto de enseñanza secundaria en todas las capitales de provincia. En Palencia se venían haciendo esfuerzos para instalar un centro de secundaria desde 1843, sin éxito. En este caso, la ley Pidal vino a ayudar a los intereses palentinos, decidiéndose instalar el nuevo centro en el desamortizado convento de San Buenaventura. Este convento, ubicado a la izquierda de la actual calle de Salvino Sierra (mirando desde Puentecillas), era un edificio en malas condiciones y poco adecuado para la función educativa. Durante su vida como centro educativo fue objeto de constantes reformas, que no pusieron fin a las numerosas y continuas quejas de alumnado y docentes. 

Hubo que esperar al siglo XX para que, gracias a la gestión de Abilio Calderón, se obtuviese la financiación necesaria para construir un nuevo edificio que acogiese la enseñanza secundaria en la capital palentina. Fue en 1907 cuando se convocó un concurso de proyectos, resultando ganador el diseño del palentino Jerónimo Arroyo.

Las obras del nuevo centro se iniciaron ese mismo año, el 3 de septiembre, coincidiendo el acto de inauguración con las ferias de San Antolín, y se prolongaron durante siete años. Concluidas en 1915, se llevó a cabo una solemne inauguración el 10 de septiembre de ese año, momento que recoge la fotografía que hemos calificado de «maldita».

El acontecimiento, realizado en el patio interior del instituto, estaba presidido por un elenco de personalidades: Salvino Sierra (1), decano de la Universidad de Valladolid y rector en funciones; Arturo Ortega Romo (2), alcalde de Palencia; Eladio Santander (3), presidente de la Diputación; Félix Peiro (4), gobernador provisional; Ramón Barberá (5), obispo de Palencia; Saturnino Esteban Collantes (6), ministro de instrucción pública; Felipe Enciso Bueso (7), gobernador militar; Ángel Alonso Quiroga (8), director del instituto, y Abilio Calderón (9), director general de obras públicas.

¿Una fotografía maldita? El momento que recoge la fotografía era el culmen de muchos esfuerzos y podía representar el punto más álgido de los allí presentes. Sin embargo, tras esta inauguración, algunos de los principales personajes que protagonizaron el acto se vieron desplazados de sus cargos antes de que acabase 1915. Así fue en los casos del alcalde, el ministro y el director de obras públicas. Poco más tarde, a principios de 1916, cesaría el director del instituto.

Esta maldición pareció afectar, incluso al propio autor del proyecto, Jerónimo Arroyo, quien unos meses antes había abandonado las filas del conservadurismo, lo que le supuso, prácticamente, su ostracismo como arquitecto en la ciudad de Palencia a partir de ese año (la burguesía vinculada a Calderón dejó de recurrir a sus servicios),  y cesando además como arquitecto de la Diputación Provincial.

El alcalde Arturo Ortega RomO. Vinculado al partido conservador, había iniciado su carrera política como concejal el 1 de julio de 1909, siendo segundo teniente de alcalde.  El 1 de enero de 1912 volvió a ser reelegido concejal, siendo nombrado alcalde el 1 de enero de 1914.

Su último acto público como alcalde fue, precisamente, la inauguración del instituto de enseñanza secundaria el 10 de septiembre de 1915. Poco después, el 1 de octubre, presentó su dimisión. El 31 de diciembre de 1915 terminaba, además, su mandato como concejal, cesando su participación, de manera definitiva, en la política. También sus negocios parecieron verse afectados, porque fueron quebrando.  Su tabla de salvación fue su vinculación al partido conservador, gracias al que pudo acceder al cargo de auxiliar de secretaría de la sección de Cuentas de la Diputación Provincial de Palencia desde el 12 de marzo de 1918, con un sueldo de 1.500 pts. Poco después fue ascendido a la categoría de Oficial de Cuentas, con un suelo de 2.000 pts. Falleció en 1922.

El ministro Saturnino Esteban Collantes Natural de Madrid, era hijo del carrionés Agustín Esteban, destacado líder del conservadurismo palentino y diputado en varias ocasiones. Saturnino estuvo vinculado a la política durante muchos años, siempre adscrito al partido conservador. Fue diputado en cinco ocasiones, de forma ininterrumpida, desde 1876 hasta el 8 de marzo de 1886. Desde 1889 fue senador, cargo en el que permaneció hasta 1923, con el golpe de Estado de Primo de Rivera. 

Fuertemente vinculado a Cánovas y contrario al maurismo, la muerte del primero le privó de una carrera política de mayor relieve. Sin embargo, tuvo su oportunidad con el gobierno de Eduardo Dato, quien le nombró ministro de Instrucción Pública el 15 de enero de 1915, cargo que no fue muy bien acogido entre el sector educativo. 

Sus desencuentros con el resto de los miembros del gobierno y con el presidente fueron frecuentes. En un acto de fuerza, llegó a presentar la dimisión, según parece, a juzgar por la prensa de la época y sus declaraciones, convencido de que no le iba a ser aceptada. A su pesar lo fue y el 25 de octubre de 1915, apenas un mes después de la inauguración del instituto, era cesado como ministro de instrucción pública. Saturnino regresó a su puesto de Senador, desde donde se convirtió en un «verso suelto» del partido conservador, quedando cada vez más aislado y con menos adeptos.

El director de obras públicas, Abilio Calderón Rojo. Desde su irrupción en la vida política, en 1898, Abilio Calderón había ido haciéndose con el control del conservadurismo palentino, convirtiéndose en indispensable para el partido conservador, ascendiendo a puestos claves. En 1903 ocupó la dirección general de la Administración Local, y en 1907 y entre 1913 y 1915, ejerció la dirección general de Obras Públicas. Precisamente su presencia, en dos ocasiones en este último cargo, coincide con el inicio y el fin de las obras del instituto.

En los años que ocupó la dirección general de obras públicas, las inversiones del Estado en Palencia fueron cuantiosas, destacando, la creación de la Granja Escuela, el ferrocarril secundario, su impulso a los pantanos y obras para el desarrollo del regadío, además del Instituto, entre otras muchas.

Su cese como director general de obras públicas se produjo el 9 de diciembre de 1915, al caer el gobierno de Eduardo Dato, quien le había nombrado, poco después de la inauguración.

Pero es que 1915 no fue un buen año para Abilio. Además de su pugna y ruptura con Jerónimo Arroyo, vio como El Día de Palencia, su aliado en la prensa, se convirtió en su crítico más feroz. Esto le obligó a tejer alianzas con El Diario Palentino, hasta entonces su oponente. Bien es cierto que la carrera política de Abilio Calderón se prolongó hasta el inicio de la guerra civil, y que su protagonismo en el partido conservador no decayó, llegando incluso a ser ministro en dos ocasiones posteriores: de Fomento (del 20 de julio al 12 de diciembre de 1919) y de Trabajo, (del 8 de marzo al 7 de diciembre de 1922). 

Pero ambos cargos fueron muy breves, y no ocupó, tras 1915, nuevas direcciones generales que tan generoso le permitieron ser con la provincia de Palencia. 

El director del instituto, Ángel Alonso Quiroga. Natural de Asturias, se había doctorado en Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid, pasando a ejercer como docente de secundaria, llegando a alcanzar la condición de catedrático. Destinado a Palencia, ejerció de secretario del Instituto primero, siendo nombrado director, después, en 1915, por lo que vivió el acto de inauguración del Instituto.

En su caso no sabemos los motivos, pero el 19 de enero de 1916 presentó su dimisión como director del Instituto. Él mismo comunicó los hechos, pero no quiso desvelar la causa a la prensa. Quizás tuviese que ver, también, con su vinculación con el partido conservador, por el que fue concejal en el Ayuntamiento palentino desde 1914 hasta 1918.

En este caso, el problema no debió ser muy grave ya que su dimisión no fue aceptada (y suponemos que sus demandas o motivos para presentarla fuesen solucionados). De hecho continuó como director hasta 1917, falleciendo el 24 de julio de 1919.

Afortunadamente no fue maldita para todos No todos los asistentes al acto se vieron afectados de esta manera. Para el resto de los componentes de la primera fila, su presencia en la foto no resultó tan perjudicial. Eladio Santander Gallego, presidente de la Diputación, completó su mandato hasta 1917. Félix Peiro Zafra, gobernador civil provisional en su calidad de secretario, continuó su carrera como secretario, con destinos en diferentes localidades de mayor entidad que la palentina. Por su parte, el gobernador militar, coronel Felipe Enciso Bueso, prosiguió su carrera militar, ascendiendo al generalato en 1918. Salvino Sierra continuó su labor como doctor y docente, fundando lo que será el Museo Anatómico de Valladolid, lugar privilegiado de formación de los estudiantes de medicina de Valladolid, siendo reconocido nacionalmente por su labor.

Es evidente que la foto, en sí, no tuvo nada que ver, pero no deja de resultar curioso que, justo tras su realización, la vida de algunos de los principales políticos palentinos del momento se viese tan alterada suponiendo, en algunos casos, su final o el inicio de su decadencia política.