Unidos se lleva mejor

Rubén Abad
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Retos vecinales y colaboración entre paisanos para ayudar a quienes peor lo están pasando son algunas de las iniciativas que han surgido en los pueblos de la provincia contra el confinamiento

Unidos se lleva mejor

En una situación de confinamiento como la actual, cualquier actividad para amenizar los ratos libres es bienvenida. Iniciativas que han encontrado un aliado en el medio rural, donde sus habitantes demuestran que a ingenio nadie les gana. Así se hace patente en Paredes, donde se lanzan de forma periódica en redes sociales propuestas de lo más variado que gozan de una excelente acogida. 

Detrás de muchas de estas ideas está Vanessa Fernández, en casa por el ERTE en Renault. Comparte techo con su marido, Abel Infante, y su hija Valentina, de 6 años. Juntos intentan llevar una vida lo más normal posible, aunque no siempre es fácil. «La niña hace sus tareas del colegio y, a su manera, es consciente de que no podemos salir y se ha adaptado bien», afirma Fernández. Quien sí lo hace es su marido, y no solo para trabajar (es agricultor y pronto comenzará la campaña de riego), también para colaborar en las tareas de desinfección de las calles de Paredes dos días por semana con su tractor.

Donde también se han animado a participar en los retos vecinales para poner una sonrisa a este aislamiento social es en la casa de Ángeles Polanco y Juan Carlos Abad, su hijo Javier y su nieto Adrián, en Barruelo. En concreto, preparó dos postres que han tenido tanto éxito que hasta ha recibido varios correos preguntando por la receta. La jornada comienza para Geles, como la conocen sus vecinos, en cuanto los profesores mandan la tarea a Adrián. Mientras tanto, su marido atiende a los animales y deja bien surtidas de carbón y leña a su madre y su tía. Javier, por su parte, colabora en las labores de limpieza del pueblo y se ha ofrecido como voluntario para llevar la comida a la gente mayor.

Unidos se lleva mejorUnidos se lleva mejor«En Velilla no nos aburrimos». Así resume estas tres semanas Eduardo Ibáñez. Su actividad empresarial ha parado por completo, por lo que se encarga de lleno a sus hijas, Daniela y Adriana, mientras que su mujer, Anabel Vega, es de esas «heroínas» que trabaja en un centro de salud porque es enfermera. «Por la mañana hacemos los deberes y por la tarde jugamos al fútbol, a carreras, a la Wii o vemos un poco la televisión», detalla Ibáñez. Él también ayuda a hacer más llevadero el encierro, para lo que ha escrito dos cuentos disponibles en Facebook, uno infantil para colorear y otro para adultos.

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Algo distinta está siendo la cuarentena de Laura Illana, una joven universitaria de Periodismo natural de Astudillo que lleva sin pisar la calle desde el 12 de marzo. Aunque los primeros días iba de la cama al escritorio, a comer, al sofá, a cenar y de vuelta a la cama; a partir del cuarto día empezó a hacer una rutina de ejercicios para pasar los ratos libres, pues las tardes y los fines de semana se hacen muy largos. «Las videollamadas, los juegos de mesa, la repostería y los retos a través de las redes sociales también son actividades a las que estoy recurriendo para divertirme y hacer que el tiempo en cuarentena sea más ameno», finaliza.