Todos los momentos de la paternidad

Pilar Martín (EFE)
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Andrés Neuman cuenta en 'Umbilical' el proceso que vivió desde que supo que su mujer estaba embarazada hasta que dio a luz a su hijo Telmo, al que dedica esta novela

El escritor argentino dedica a ‘su’ Telmo una obra que llega directamente al corazón. - Foto: Raúl Sanchidrián (EFE)

Umbilical, el último libro de Andrés Neuman, está lleno de generosidad porque lo que este argentino con acento granadino ha escrito es un ensayo lírico en el que quiere transmitir a su hijo todo lo que sintió desde el mismo momento en que supo que iba a ser su padre hasta que el niño nació.

Estamos ante un torrente verbal cuando habla de Telmo, ese pequeño pero inmenso ser humano al que dedica esta obra de Alfaguara, una novela con la que el lector, independientemente de si tiene o no hijos, se enfrentará a una visión necesaria sobre la gestación y el alumbramiento: la del hombre.

Porque, según asegura el literato, en estas páginas dedicadas a su hijo reflexiona también sobre cuál «puede ser» el papel de los padres «a la luz de la reformulación de los roles de género» en estas fases de la vida de los seres humanos. Y lo hace huyendo de ese perfil de «paternidad kafkiana» para iluminar a esa paternidad que ha llenado los parques de papás paseando a sus hijos, o cambiando pañales.

«Todos los nuevos modelos de paternidad están por narrarse», asegura el autor sobre este tema por el que navegan esos objetivos narrativos que se ha propuesto con este libro, gestado mientras que Telmo era aún un «ser preverbal» y con el que trataba de dialogar mientras vivía con la intensidad de un inexperto que no teme a confesar sus miedos, inquietudes, alegrías y esperanzas. «Espero que me enseñes a llorar lo no llorado», le dice Neuman a su aún no nacido hijo en Umbilical, un verso lleno de sinceridad desnuda que el nasciturus leerá de mayor.

«La misión de este libro ha sido contarle a mi hijo cómo fueron los días de su vida que no recordará nunca. A mí me hubiera gustado mucho que mis padres me hubieran entregado un diario de vivencias», confiesa este escritor que convierte el cordón umbilical en una «bufanda del tiempo».

Aunque en este texto hay implícita otra misión, y esa implica a esas personas que no tienen hijos, parejas con las que se identifica Neuman porque él se ha pasado «mucho tiempo» en esa situación: «Se llega a la maternidad o paternidad con demasiadas ideas concebidas. Nos están diciendo continuamente lo que debemos hacer y sentir. Y contra eso el mejor disolvente es la literatura».

Dos bloques

Dividido en dos partes, El imaginado y El aparecido, la novela es asimismo un rosario de anhelos y deseos que un padre le hace a su hijo, a ese «maestro» que ejerce como tal sin saberlo. «El bebé es un profesor involuntario. ¿Hay algo más poético que aprender a respirar? Ellos no saben ni comer, ni dormir ni respirar. No me he sentido nunca más vulnerable y conmovido que en compañía de mi hijo». Así ha sido porque durante la gestación y el nacimiento Neuman ha visto cómo se crean «sentimientos nuevos» que no han sido enseñados a los hombres.

«No nos enseñan, desde niños, a maravillarnos», reconoce no sin afirmar que en esta etapa de su vida él sí que ha podido aprender junto a su pareja a ver que lo importante es el «presente». «Los niños son los artistas del presente y esa es la cultura que estoy intentando aprender y procuro aplicarlo. Tener un bebé es una manera de ejercitarse sistemáticamente en el aquí y ahora, y esto es el único antídoto que nos puede ayudar contra la permanente angustia en la que nos hemos instalado», recalca.

En las últimas páginas Telmo es el narrador. Incluso se queja del enorme trabajo que le cuesta acercar las cosas cuando lo fácil sería que vinieran a él:«Más allá del componente autobiográfico, he procurado tener en cuenta que era un libro literario, y no hay más imaginario que imaginarse en el discurso de alguien que no sabe hablar», concluye Neuman. 

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