El 60% de los participantes en las lanzaderas logra empleo

Jesús Hoyos
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La FSMR ayudó en 2021 a más de 3.300 personas a mejorar su empleabilidad con 176 proyectos en casi 100 ciudades del país

El 60% de los participantes en las lanzaderas logra empleo

En torno al 60 por ciento de los participantes en las Lanzaderas de Empleo modificó su situación laboral durante el programa en 2021. Es decir, encontró trabajo por cuenta ajena, puso en marcha su propio negocio o amplió su formación reglada cursando certificados de profesionalidad. 


El programa, impulsado de forma conjunta por Fundación Santa María la Real y Fundación Telefónica, cofinanciado por el Fondo Social Europeo y que cuenta con la colaboración de las administraciones públicas, se suma al resto de iniciativas puestas en marcha por la entidad aguilarense, como Pemcyl, Click Empleo o las actividades Satélites de Empleo y Alfabetización Digital. En total, 176 proyectos ejecutados en 91 ciudades de España que ayudaron a más de 3.300 personas en desempleo a reactivar su búsqueda de trabajo con nuevas técnicas y herramientas digitales adaptadas al mercado laboral actual que demanda la transformación digital de todos los sectores. 


«Una lanzadera consiste en reunir un grupo de 30 personas de diferentes edades y perfiles profesionales y que, durante cinco meses, trabajen en equipo para conseguir empleo», explica Marta Arandilla, técnica de la Lanzadera Conecta Empleo de Segovia, una de las operativas en este momento en Castilla y León. Y es que desde 2013 hasta 2019, el formato dominante eran las Lanzaderas de Empleo y Emprendimiento, sumando más de 660 ediciones en España con más de 17.000 participantes y convirtiéndose en un modelo exportado a Portugal o Italia. Desde 2020 se han impulsado las Lanzaderas Conecta Empleo, con un formato mixto (presencial y online), cinco meses de orientación laboral y «con una mayor importancia de las competencias digitales». 


Además, estas se complementan con los Satélites de Empleo, webinars gratuitos que explican nuevas tendencias del mercado y principales herramientas en la búsqueda de empleo; y Alfabetización Digital, un programa online para ayudar «a perder el miedo a la tecnología y adquirir habilidades digitales básicas».


En todo caso, la dinámica de las Lanzaderas Conecta Empleo de la entidad aguilarense es la misma. En un primer momento, los técnicos de empleo buscan que ese grupo de desconocidos pase a ser un equipo cohesionado a través de sesiones de inteligencia emocional, trabajo grupal o expresión de emociones. «Es decir, mientras se conocen unos a otros, también se conocen a sí mismos», señala. Arandilla recalca que no se trata de terapia psicológica. «Es un grupo de orientación. Lo que pasa es que cuando estamos desempleados hay muchas emociones que nos afectan», añade. 


Ella lo conoce bien ya que participó en la primera lanzadera de su ciudad en 2014. «Estaba bloqueada, perdida y desmotivada tras más de dos años sin trabajo», recuerda. Después de trabajar la comunicación, asertividad y emociones con personas que atravesaban la misma situación, su coordinadora la propuso gestionar ella misma una lanzadera. Desde 2015, ya ha coordinado nueve en Castilla y León y Madrid. «El hecho de haber sido participante me ha ayudado muchísimo a empatizar y entender los momentos de bloqueo», subraya. 


Tras medir el clima emocional, trabajar en valores, ver qué competencias técnicas y transversales poseen, qué logros han conseguido durante su vida profesional y definir sus intereses, expectativas y objetivos profesionales, se trabaja en talleres para perfeccionar el currículum vitae (CV) y la forma de afrontar las entrevistas. Se da paso entonces al trabajo por proyectos para mejorar la visibilidad en LinkedIn, encontrar ofertas para cada perfil y elaborar el mapa de empleabilidad. «El mapa es una de las claves del programa. Se trata de identificar empresas y contactar con ellas para conocer el tejido empresarial desde dentro. Muchos empiezan a trabajar tras ese contacto directo y para otros también es valioso a la hora de ampliar horizontes», explica Arandilla. Y es que desde el primer momento dejan claro que la lanzadera no asegura conseguir trabajo. «Sí conocer nuevas herramientas digitales y de búsqueda de empleo o ampliar la red de contactos ya que el desempleo es algo que puede volver a pasar», apunta.


Respecto a la relación de este tipo de programas de orientación laboral con las empresas, «a ellas les llama la atención estos proyectos en los que se trabaja de forma colaborativa», afirma la técnico de empleo. «Es más fácil que abran las puertas a uno avalado por una administración pública que a una persona individual. Al final, lo que vendes no es solo tu CV sino que un grupo se está apoyando y mejorando en competencias, comunicación, iniciativa y proactividad. Si haces un buen papel en una potencial reunión, tienes una carta de presentación directa y una oportunidad que no tendrías de otra forma. La respuesta de las empresas es buena y, por lo general, colaboran», añade.


Participantes. «Normalmente hay más mujeres que hombres porque el desempleo las afecta más. Muchas han tenido y querido cuidar de sus hijos, se han desconectado del mundo laboral y volver es complicado», señala Arandilla, quien trabaja tanto con gente «muy preparada, con varios másteres, idiomas y experiencia profesional amplia» como con otra con estudios básicos y ninguna competencia digital. «Estamos todos juntos en esto», asegura. Tampoco se actúa sobre sectores específicos: «Los perfiles son muy diferentes. Ahora mismo tengo diseñadores gráficos, tripulantes de cabina, administrativos…».


Pese a que la lanzadera es eminentemente grupal, hay sesiones individualizadas para hablar de objetivos, plan de acción y valoración final. «La gente quiere, necesita y le gusta la presencialidad y el contacto humano. Por muy bien que funcione una lanzadera online, el tipo de relaciones que se crean en formato presencial son más personales», afirma al referirse a la obligada adaptación que tuvieron que llevar a cabo en 2020. «Es complicado tratar con gente que no tiene competencias digitales, pero todo cambia tan rápido que los propios técnicos nos tenemos que adaptar día a día», concluye.