Pantanos palentinos

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Aunque existen publicaciones aisladas referidas a estas construcciones, faltaba una visión global, que llega de la mano de José Javier Ruiz Monge, que explica por qué existen, cómo se hicieron y para qué sirven

Pantanos palentinos - Foto: Sara Muniosguren

J osé Javier Ruiz Monge presenta hoy en el Casino, a las 20 horas, su libro de divulgación Historia de los pantanos de Palencia: en memoria de las praderas sumergidas, en el que tiene muy presentes «a los afectados por las obras, a quienes no se tuvo en cuenta en ningún momento. Hoy nos beneficiamos todos, porque los pantanos son necesarios. A lo mejor se nos ha olvidado dar las gracias a alguien», afirma. Aunque existen  publicaciones aisladas referidas a estas construcciones, faltaba una visión global de estos pantanos: por qué existen, cómo se hicieron ypara qué sirven.  

El libro es fruto del trabajo de cuatro años inmerso su autor  en los archivos de la Confederación Hidrográfica del Duero,  Histórico Provincial y General de la Administración.  La publicación surgió, explica el autor, tras la El mar que hubo en Tierra de Campos, sobre la desecación de la laguna de La Nava, una vez que Javier de la Cruz le propuso escribir esta historia, que le «encajaba como un guante, porque soy ingeniero agrónomo, me gusta la historia del agua, la historia de la ingeniería me apasiona». 

Es un libro de divulgación  «dirigido a a todo el mundo». «Al que le guste mucho esto, lo coge desde la página 1,  lo termina en la 356, y  se lee el libro con el hilo argumental de tiempo. El que quiera leerlo de otra manera, también puede picotear  por capítulos, como el tres, dedicado a la Palencia de cuando se planificaban los pantanos. El primero aborda cómo se organizan los recursos hidráulicos de la provincia y el segundo trata sobre toda la planificación, es decir una breve historia de los pantanos palentinos», señala.

En el capítulo relativo a cada pantano  de este libro de José Javier Ruiz Monge, la estructura es la misma, con una parte histórica y  otra técnica, «hecha lo más corta posible, apoyada por muchos gráficos y dibujos». Asimismo, se incluyen  códigos QR para el que quiera ampliar información. 

Otro de los capítulos trata de los embalses no construidos.

Historia de los pantanos de Palencia: en memoria de las praderas sumergidas es autoedición, maquetado por el propio autor, que se muestra «encantado», con el libro, cuyo prólogo firma de José Ignacio Díaz-Caneja.

José Javier Ruiz Monge explica que el primer pantano que  se construyó fue el de Cervera, que entró en servicio en 1923. Camporredondo fue una presa «más complicada» (hubo que hacer una central eléctrica, una línea telefónica para atender las necesidades del embalse -los habitantes de allí  80 años después-, un ferrocarril para traer la piedra de la cantera del Espigüete y un acceso de cuatro metros de ancho), inaugurada el 5 de agosto de 1930 por  el rey Alfonso XIII.  Ambos embalses fueron impulsados por Abilio Calderón como director general  de Obras Públicas. Después fue el de La Requejada, « con el hubo mucha controversia porque era la primera vez que había que inundar algo de verdad, dos pueblos». 

Finalmente llegaron  los pantanos del franquismo, que «estaban planificados antes. En 1935 se encarga el proyecto de Aguilar, que se entrega después de la guerra. Después hubo que redactar uno nuevo, que es el que se ejecuta. En 1965 entró en servicio el que es el pantano mas grande de la provincia». El último en ejecutarse fue el de Compuerto.