José Javier Terán

El rincón palentino

José Javier Terán


Catástrofes naturales

06/10/2021

Pues a juzgar por lo que nos viene rodeando últimamente en plan catástrofe y demás, uno bien pudiera hacerse de pronto más de una pregunta del tipo: ¿Y cuál será lo próximo que sucederá en plan desastre en nuestro alrededor en los próximos meses?. ¿Seremos capaces de aguantarlo?, ¿lo superaremos y saldremos de ello con bien?; o ¿resurgiremos de entre las cenizas como el ave fénix?.
Porque con toda razón, luego de vivir lo que en cuanto a calamidades y tragedias naturales estamos viviendo en estos últimos tiempos en espacios y lugares diferentes de este nuestro mundo, es perfectamente asumible que nuestro pensamiento un buen día pueda echarse al campo y comenzar a elucubrar por aquí y por allá sobre cuál será lo próximo que nos pueda acontecer, de seguir esta cadena de fatalidades y desgracias que nos están cayendo cual si fueran las siete plagas de Egipto.
Y es que ya me dirán ustedes, si no, la serie de tragedias y desastres naturales a los que estemos asistiendo últimamente a todo lo largo y ancho de este mundo nuestro; con especial fijación en los que, por proximidad, nos resultan más dolorosos y con los que podemos empatizar más.
Ahí está en el recuerdo de todos esta pandemia sanitaria del Covid-19, que aún pende sobre nuestras cabezas porque aún no hemos conseguido vencerla en su totalidad. O esa erupción tan desaforada y tan trágica –aunque afortunadamente sin pérdidas humanas- del volcán de la isla de La Palma en estos últimos días. O la sucesión de terremotos que recorren de forma recurrente los cinco continentes, con incidencia también en nuestro país. O esa serie de inundaciones que vienen afectando cada vez con más contundencia a diferentes zonas del planeta, y que en nuestro espacio peninsular e insular dejan también su huella. Y así sucesivamente con otras adversidades que siembran la destrucción y la devastación allá por donde pasan. 
Así las cosas, cabría pensarse qué habremos hecho mal los terrícolas para merecernos esto.
Claro que, hilando hilando, llegamos quizás a la madre del cordero cuando advertimos que lo del cambio climático puede que tenga algo –o mucho- que ver con todo esto.