El plástico, un enemigo en la sombra

Lara Arias
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Este tipo de materiales, utilizado en una gran mayoría de los productos que consumimos, afecta negativamente al entorno. En lo que llevamos de año la provincia ha reducido su reciclaje respecto a 2018

El plástico, un enemigo en la sombra - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

El plástico es uno de los materiales que más se utiliza en la actualidad en numerosos procesos cotidianos. Ha facilitado la vida en muchos aspectos, a todos los habitantes, pero ¿realmente a qué precio?

La situación mundial «es dramática», denuncia Greenpeace, porque la producción de plásticos se acercará en 2020 a los 500 millones de toneladas, que suponen un 900% más que en 1980. España es el quinto mayor productor de la UE de este material. De todas las toneladas, un 30% se recicla en España, según Greenpeace. En la provincia palentina el reciclaje medio de envases ligeros es de 6,10 kg./hab. En comparación con otros años ha disminuido. Cuando más despuntó fue en 2018, con 8,12 kg./hab, según los datos proporcionados por el Consorcio Provincial de Recursos. 

La Diputación lanzó un concurso dedicado al reciclaje en la provincia, donde los pueblos que más reciclen tendrán un premio. Los galardones están divididos en dos partes: papel y cartón; y envases ligeros. En el primero, la recompensa es un taller de reciclaje infantil y, en el segundo, consta de un día en un parque infantil que tiene hinchables, futbolín humano, dos megacamas elásticas, un circuito de motoquads y una fiesta de espuma. 

El pueblo que se hizo con estos premios en 2018 fue Villodre, con 34,10 kg/ hab en envases ligeros y 25,52kg/hab en cartón y papel. Actualmente, Villodre sigue manteniendo su liderazgo en el concurso, al menos hasta hoy.

Los plásticos han tomado la Tierra y su creciente producción y su excesivo uso contaminan cada parte del planeta, especialmente los mares, que son el destino final de muchos de ellos, perjudicando gravemente la salud del ecosistema acuático y la supervivencia de las especies que habitan ese espacio. Es fácil encontrarse con ellos, pueden verse en los estantes del supermercado y hasta en las cunetas de las carreteras cuando se viaja. Aunque los mares, las rocas o el fondo de los arrecifes se han convertido en sus hogares. «Cada año, los mares y océanos son receptores de hasta 12 millones de toneladas de basura, afectando al sector turístico», informa la ONG ambientalista.

Este material es un enemigo de la sociedad y del medio ambiente. Las grandes cantidades, la fácil dispersión y su lento proceso de degradación convierten al plástico es un adversario difícil de eliminar. «Su uso es un problema asociado a los modos de consumo, ya que la mayoría se emplea para envases de un solo uso», indica Greenpeace. Un ejemplo de este problema es que anualmente se fabrican quinientos mil millones de botellas y para conseguir degradar una sola han de pasar hasta 1.000 años.

El problema ya no solo son los plásticos, sino los microplásticos, fragmentos pequeños inferiores a 5mm que pueden venir de la rotura de trozos más grandes o haber sido fabricados así, como son los productos de higiene y limpieza. Algunos ejemplos de microplásticos en cosméticos y productos de limpieza son las pastas de dientes, los exfoliantes o los detergentes. «Se calcula que cada bote de 100 ml puede contener entre 130.000 y 2,8 millones de estas diminutas bolas de plástico que llegan al mar a través del desagüe, porque su tamaño tan reducido hace que no queden atrapadas por los filtros de las depuradoras», explica Greenpeace. Además, desde la ONG ambientalista alegan que «estudios recientes han observado que los animales marinos están ingiriendo estos microplásticos, lo que está provocando bloqueos gastrointestinales y alteraciones en sus patrones de alimentación y reproducción. Pero no se queda ahí, hay evidencias de que se transfieren a lo largo de la cadena alimentaria y llegan hasta nuestros platos».

Un Ejemplo familiar. Son muchas las familias palentinas que se lanzan a reciclar de una forma cada vez más seria, como es el caso de los Casero-Fuentes. Una estirpe formada por cuatro personas que desde hace más de un año recicla de una forma constante y concienciada. «Habíamos intentado varias veces reciclar, pero siempre acabamos tirando las cosas en un mismo sitio sin mirar. Ahora tenemos un orden establecido gracias a la compra de unos contenedores divididos, donde tiramos orgánico en la parte más pequeña y uno más grande donde depositamos los plásticos, envases ligeros y latas», explica un miembro de esta familia. 

Antes de empezar con este proceso, separaban los tapones de las botellas de plástico en una bolsa aparte para destinarlos a alguna causa solidaria, «como la enfermedad de algún niño o  para contribuir en la ayuda de alguna persona».

Asimismo, reciclan aceite usado «en un tetrabrick de leche», dando una segunda vida a ese envase. Posteriormente, cogen ese  recipiente en una bolsa de plástico «para evitar mancharse con este producto y lo destinamos al contenedor correspondiente, el naranja», indica.

También reciclan papel y utilizan bolsas del mismo material. «A la hora de tirar  los residuos tiramos todo junto y no tenemos que separar los materiales», explica.

Además, el vidrio también se une a este proceso. «Se recicla cuando tenemos una cantidad destacada, porque en mi casa no hacemos mucho uso del vidrio», informa una de las miembros de la familia.

La mayoría de los residuos que reciclan son orgánico y plástico. «La mayor parte de la basura se reduce a envases ligeros, que recubren los alimentos», manifiesta

La familia Casero-Fuentes se toma en serio este tema, incluso en sus vacaciones. Han querido contarnos una de sus aventuras, la que vivieron en una de las playas de Santander con acceso para animales y el típico lugar de los jóvenes para celebrar las fiestas veraniegas. «Estábamos en la costa santanderina y vimos como un grupo de extranjeros recogía la basura que se encontraba a su alrededor y decidimos aprovechar nuestro paseo por la orilla para ir recogiendo toda la basura que nos encontrábamos», recuerda una de las miembros de la familia.

«En un paseo de 20 minutos recogimos sobre todo plástico, desde las cuerdas que forman las redes de pescar hasta las tapas típicas de las patatas de bote», explica. Consiguieron llenar una bolsa mediana, que previamente  habían utilizado para transportar la comida para pasar un día en familia. 

«Esta idea la cogimos de otras personas, pero tras terminar de dar este paseo nos planteamos que si todas las personas realizaran este tipo de actos conseguiríamos mucho. Pero esto no se reduce solo a esto, si nos preocupáramos de recoger nuestra basura cada vez que vamos a cualquier sitio, esto no sería necesario», comenta. Además, la recogida de basura le impactó mucho, porque en un corto trayecto consiguieron recoger una gran cantidad de residuos.

en los Supermercados.  Son muchos los supermercados que están concienciados con esta causa y han decidido reducir el consumo de plástico en sus establecimientos. Es el caso de Carrefour, que el pasado mes de agosto lanzó una malla de algodón como alternativa a las bolsas de plástico de frutería. «Esta bolsa es transparente, se puede lavar y reutilizar y se comercializa en un pack de tres unidades a un precio de 3,99 euros», informa Carrefour en su página web.

Se trata de una nueva iniciativa «para reducir el consumo de embalajes y fomentar el uso de envases reutilizables», informa el establecimiento. «Los clientes que lo deseen pueden adquirir en la sección de frutería de sus establecimientos una malla 100% algodón para reutilizar en próximas compras», sigue explicando.

Además, Carrefour  fue la primera empresa en España en dar la posibilidad a sus clientes de utilizar sus propios envases o bolsas para la compra en las secciones de frutería, verdulería, charcutería, pescadería y carnicería y en las zonas de platos preparados.

Aún hay sectores que utilizan las bolsas de plástico como única alternativa, pero «el coste de las bolsas ronda los 5 o 10 céntimos», explica una consumidora del mercado tradicional.