Al amparo de la Unión Europea

M.R.Y (SPC)
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Ucrania, Moldavia y Georgia aceleran el proceso para entrar en un bloque junto al que pretenden hacer frente común a la amenaza rusa

Las banderas de UE y Ucrania ondean en el Parlamento Europeo en Bruselas. - Foto: EFE/EPA/STEPHANIE LECOCQ/Archivo

Los anhelos de Ucrania para entrar a formar parte de la OTAN han sido un pretexto perfecto para que Rusia justifique su invasión sobre su vecino, al que no permite su adhesión a la Alianza al considerar que, en ese caso, Moscú perdería su soberanía en una región que, a su juicio, quedaría bajo el control de Estados Unidos. Sin embargo, no parece que exista el mismo problema con respecto a la UE, aunque fue, precisamente, su intención de asociarse con el bloque comunitario lo que desencadenó las revueltas del Maidán en 2014, primer paso para llegar a la actual situación en la zona.

Asediado por su vecino del este, el Gobierno de Kiev no ha dudado en recuperar la «opción europea», como la llamó el presidente, Volodimir Zelenski. E, incluso, acelerarla. Así, los tiempos se han adelantado y la exrepública soviética, que preparaba su solicitud para entrar en el grupo para 2024 -lo que supondría que su incorporación no sería efectiva hasta antes de 2030-, ha reclamado su «adhesión inmediata» que, sin embargo, no sería tan rápida, puesto que existen unos plazos: la evaluación de la solicitud por parte del Consejo Europeo y decidir si pide un dictamen al respecto a la Comisión, que puede tardar entre 15 y 18 meses.

La «urgencia» esgrimida por Ucrania para su plena integración es entendida entre los Veintisiete, pero el propio Consejo asegura que «para ser miembro de la UE hay que seguir un procredimiento que no se resuelve de un día para otro». Así lo demuestra que actualmente haya cinco países candidatos que esperan a recibir su aprobación desde hace años -el más veterano, Turquía, tienen ese estatus de aspirante desde 1999-.

El primer paso dado por el Parlamento Europeo, que aprobó con una amplísima mayoría elevar la solicitud al Consejo no es garantía para esa rapidez que reclama Zelenski, que insiste en que la situación «lo merece» e insta a la Unión Europea a establecer un procedimiento «especial» ante una situación tan excepcional.

A pesar de que desde la propia UE sean muchas las voces que mantienen que «Ucrania es uno de los nuestros y le queremos dentro» -eso sostiene la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen-, otros como el presidente del Consejo, Charles Michel, insiste en que se trata de un proceso que «lleva su tiempo», algo en lo que coincide el jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, que avisa que la entrada en el club es algo «que puede llevar años», ya que los requisitos que se exigen para la integración, tanto a nivel político, como económico como social, conllevan un exhaustivo análisis.

Las discrepancias entre los 27 países que componen el club comunitario también son un impedimento para Zelenski. Aunque algunos Gobiernos ya han mostrado su posición a favor de la ampliación, otros no se han pronunciado públicamente, pero quieren evitarla a toda costa mientras dure el conflicto. 

No en vano, la entrada de Ucrania a la UE supondría que el grupo estaría directamente en guerra con Rusia, puesto que, según el artículo 42 del Tratado de la Unión, «si un Estado miembro es objeto de una agresión armada en su territorio, los demás le deberán ayudar y dar asistencia con todos los medios a su alcance». Un respaldo tanto en política de seguridad como en defensa.

Evitar una invasión

Con la amenaza junto a sus fronteras, Moldavia y Georgia no han dudado en sumarse a la petición de su vecino. El temor a que la agresión rusa se extienda a sus territorios, ambos países siguieron los pasos de Kiev y reclamaron también su adhesión inmediata a la Unión, bajo cuyo amparo pretende hacer frente a Moscú y, como un grupo fuerte, evitar que la invasión pueda afectarles.

La situación es preocupante en sendos países, a los que el Kremlin también impide su integración en la OTAN y donde Rusia ha impuesto su dominio en algunos territorios estableciendo repúblicas independientes -en línea con lo sucedido en el Donbás ucraniano con Donetsk y Lugansk-.

En el primer caso, Moldavia vive en permanente alerta ante una posible agresión de la potencia exsoviética, sobre todo con el apoyo de Moscú a la autoproclamada república de Transnistria, un lugar donde los oligarcas prorrusos hacen y deshacen a su antojo y, además, hay desplegados más de 2.000 soldados. Su cercanía con Odesa hace temer un efecto contagio. En el otro lado del mapa, Georgia ya vivió una guerra en 2008 en la que los rebeldes prorrusos se rebelaron contra Tiflis para establecer dos enclaves separatistas -Osetia del Sur y Abjasia-. 

Ante el miedo de que la situación se complique, ambas esperan contar con el amparo, no muy lejano, de la UE. Al igual que Ucrania. Pero, seguramente, todas tendrán que esperar.