Toyi Marcos Sosa

Desde mi ventana

Toyi Marcos Sosa


Tiburcio, el de Ampudia

31/07/2022

No le conozco más que a través de Julio César Izquierdo, ese buen amigo suyo que seduce al oyente en Onda Cero e imagino que cuando ambos se encuentran, no les falta charla. El pasado martes fue el día dedicado a abuelos y mayores y, bajo una carpa en el Salón de todos los palentinos, Julio César les cedió la palabra e intuyo Tiburcio, que con todo lo que usted sabe a través de tantas experiencias vividas, le hubiera gustado participar. Y llegó el tiempo de noticias y, desde los estudios, David Frechilla informaba sobre las quejas por carencia de médicos por esos lares. Ya ve Tiburcio, lo que interesan los pocos abuelos que van quedando como huellas del ayer en los pueblos, que ni siquiera a los bancos que guardan euros les importan. Bancos que antaño gaño corrían tras el trabajador por cuenta ajena al que asaeteaban con regalos, al tendero, ganadero, al labrador, para que en cuanto la cosecha estaba en el pósito ingresara sus buenos duros en sus entidades. Hubo un tiempo en que el empleado de un banco era como el confesor de la familia; lo sabía todo y hasta advertía: «Ven cuanto antes a por los mil duros para regar, que este verano los créditos van a mermar».Pero hoy, al mayor sin conocimientos digitales le convierten en un apestado al que aíslan. Un directivo de uno de los grandes bancos decía que prefería tener «pocos con mucho, que muchos con poco». Usted, Tiburcio, sabe bien el tiempo que algunos mayores dedican a escuchar las recomendaciones de una voz enlatada para no enterarse de nada. Más claro, agua, y  si la gente no se mueve por sus abuelos y padres… 
La brecha digital ya afecta a 16 millones de españoles y hay miles de gestiones que les están dejando fuera. Después de esto, lamentas que este país trate así a sus mayores. No somos idiotas, pero a nuestro alrededor se empeñan en crear un algo para que lo seamos. La persona mayor, de momento solo cuenta para votar y, es ahí, donde deberíamos apretar las tuercas. Queremos tranquilidad, pasear con sosiego, disfrutar de las mañanas de la ciudad, villas y pueblos sin que cada paso que demos suponga un nuevo obstáculo. Sea. Gracias por tu amenidad, Julio César.

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