A nuestra protagonista no le asusta el trabajo; tampoco el cansancio o los problemas. Acusa, naturalmente, los sobreesfuerzos y se resiente cuando alguna de las personas a las que cuida y a las que quiere está pasando un momento especialmente malo, pero sabe sobreponerse. Lo hace desplegando esa sonrisa que la acompaña de forma casi permanente, que le ilumina la cara, que la rejuvenece y que hace patente la importancia suma que tiene la alegría. Con ella vence cualquier adversidad. Con la sonrisa y con esa forma suya de ser activa, habladora y simpática, propia de alquien a quien le gusta relacionarse, que sabe escuchar y atender, que se desvive por su gente y que derrocha energía y afecto.
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