Nació en 1942 y hasta hace nueve años ha estado llevando un camión de la empresa. La jubilación no fue para él sinónimo de retirada o de abandono de los afanes de toda una vida. «Voy a diario a la empresa y muchos días les cocino yo el almuerzo o les preparo la merienda; me intereso por lo que hacen y por cómo va todo y estoy al tanto de lo que sucede», explica José Sánchez Gómez. 

Este abulense de pro también se siente palentino y nunca ha tenido que dividir el corazón entre las dos provincias porque, como lo tiene muy grande, le caben perfectamente. Se le nota cuando habla de una y de la otra. De la infancia feliz de los juegos en la calle y del trabajo de toda una vida; de la casa familiar que aún conserva en su pueblo y de las modernas instalaciones de la firma palentina. Tiene palabras cariñosas para los dos lugares y hace un buen balance de su paso por ambos.

En una familia numerosa como la suya -fue el noveno de diez hermanos- había que trabajar sin descanso para asegurar el sustento y eso fue lo que José Sánchez le vio hacer a su padre durante la niñez y la adolescencia. Quizá entonces ignoraba que aquel faenar constante, que exigía viajes, desembolsos y cuidar mucho y bien a proveedores y clientes, iba a ser su destino profesional. Claro que más de la mitad de los hombres de su pueblo se dedicaban entonces a la venta ambulante de aceitunas y pimentón, de manera que tampoco era descabellado pensar en esa posibilidad para sí mismo. 

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