Ilia Galán

Ilia Galán


Resaca y regalos

03/01/2022

Pasaron los festejos del año nuevo, y ya fueron muchos los que enviaron mensajes quijotescos, pues Cervantes ponía en boca de nuestro modelo de caballero idealista y locuelo frases de gran seso: «Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas, porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca».
Queda la resaca de un año malo que siguió todavía a otro más malvado; ya estamos hartos, cansados, y no solo por padecer los virus malhadados. Volaron los cohetes y estallaron con sus colores iluminando un instante de la noche de los tiempos. Desaparecieron, y de aquella luz quedaron cenizas y restos quemados, aunque también su hermoso recuerdo. Pero a la resaca del mal no podemos rendirnos y los guerreros celebérrimos, como las amazonas míticas, no han de rendirse sino morir en combate o vencer, así que hemos de seguir, perseverar en construir, aunque todo parezca desmoronarse, si no por nosotros, por nuestros hijos o los que vienen, porque si hemos de irnos de este mundo, dejemos en herencia un buen rastro y no solo el del egoísmo. Por eso es tan bello dar regalos, sobre todo a los niños, que con esa ingenuidad los reciben como caídos del cielo, que tales son los reyes magos, preparándose para esas cabalgatas que nos comunican, donde las haya, serán prudentes para evitar enfermedades indecentes, que todo se pega en esta hora, casi hasta con una sonrisa, dijérase.
Tiempos enmascarados donde los cacos y los decentes hombres se mezclan en modo indiferente con los que heridos quedan de enfermedades infames. Toda enfermedad lo es. El mal, que se atribuye a seres malignos, existe, es indudable. Pero no podemos rendirnos, nada se gana llorando y desesperando. Esperanza, dice la estrella que se halla donde hubiera un establo, magos, Luz de un recién nacido, inerme, de quien dicen que es Dios omnipotente, misterios que no nos dejan tumbarnos para gemir porque la tumba llegará, sin duda, pero antes hemos de cumplir nuestro fin.