Froilán de Lózar

La madeja

Froilán de Lózar


Cualquier milagro

01/07/2022

En todos los ámbitos se producen a veces 'milagros', como en Golmayo, un pueblo a pocos kilómetros de Soria cuya población ha aumentado paulatinamente desde hace 23 años. Su buena situación, muy cerca de la capital, lo ha convertido en núcleo dormitorio. Con poco más de 500 habitantes en 1998, ahora se acerca a los 3.000.
Una de las madejas a la que vuelvo con asiduidad es la de la despoblación, porque después de tantos años sabemos lo que implica para estos lugares tan alejados de todo, donde ya es habitual que todos los partidos políticos mientan cuando prometen cambios que siempre se quedan en proyectos. Porque el problema no es solo de una comarca, ni de cuatro pueblos de montaña. El problema es del mundo. Es curioso, por ejemplo, como visitando hace unos días Soria recordé la noticia que ofrecía el diario de aquella ciudad: «El éxito de una fábrica de embutidos, frena la despoblación en San Pedro Manrique». De 487 habitantes pasó a tener 655. La empresa habló de crear 30 puestos de trabajo más, pero el problema es que no hay casas vacías. Ya me estoy imaginando al periodista que lo cuenta con gracejo, tratando de buscar una justificación a este desfase, que venga gente de otros lugares, gente a la que le gusta Soria y sus pueblos, que vengan a trabajar y a vivir en ella, que es lo que necesitan estos rincones, donde todo es oxígeno -ya dicen que se fabrican 4.200 toneladas de oxígeno para 28 millones de españoles-, y tengan que marchar con el rabo entre las piernas porque no hay casas. En el epicentro de la España vaciada, en una de las regiones más deshabitadas de Europa, no hay viviendas vacías.
No hay una preocupación seria de las autoridades por buscar una solución a este problema. No la hubo nunca. Lo comentaba con unos senderistas de León, con quienes coincidí subiendo el domingo 24 de abril a La Laguna Negra. Ese día lucía el sol y unos treinta centímetros de nieve cubrían la carretera de acceso. Pues no vino ninguna quitanieves para que pudieran acceder muchos de los turistas que habían viajado a Soria ese fin de semana. Se nos llena la boca del abandono al que estamos sometidos, cuando muchas veces la gestión depende de los organismos más cercanos, que aquel día lo dieron por zanjado.