Las malas hierbas de Cobos de Cerrato

Fernando Pastor
-

Lucía Citores estudió las proteínas de las hierbas que abundan en su localidad natal

Las malas hierbas de Cobos de Cerrato

Cobos de Cerrato posee uno de los mejores y más viejos enebrales de Europa: el enebral de San Juan de Castellanos. Lo pueblan ejemplares de lo más singular, como los denominados enebros de incienso, altos, frondosos y muy resistentes a las temperaturas extremas.


El secreto para que este enebral se repoblara rápido y conservara la buena calidad es que la semilla de los enebros las comen los pájaros y luego la excretan en el monte, por lo que la semilla ya va germinada.


 El enebro es una madera muy resistente a la humedad, por lo que era muy utilizado para la construcción de casas, para las puertas de las bodegas y sobre todo para los pilares de los antiguos puentes de madera. 

Las malas hierbas de Cobos de CerratoLas malas hierbas de Cobos de Cerrato


Cuando comenzaron a proliferar los camiones, los puentes tuvieron que hacerse de cemento para que resistieran su peso, pero el enebro continuó utilizándose metido de punta para hacer los cimientos, y cuando se les sacaba estaban igual de sanos que cuando les pusieron. 


También servían para perfumar con su buen olor las criptas de los monasterios, lo que originó una leyenda que dice que los cadáveres de los abades permanecían siglos incorruptos debido a que los ataúdes se confeccionaban con madera de enebro.


Las altas temperaturas del subsuelo provocan un fenómeno único: en invierno emana abundante vapor, lo que posibilita su aprovechamiento como energía geotérmica.


TESIS.

ambién proliferan las plantas y arbustos del saúco, lo que motivó que Lucía Citores, vecina de Cobos, doctora en Medicina y Cirugía, decidiera aislar sus proteínas, trabajo que le valió como tesis para su carrera de Bioquímica y Biología Molecular.


Este descubrimiento supuso conocer proteínas inhibidoras de ribosomas, que permiten matar las células cancerígenas sin toxicidad para otras. Hasta entonces este tipo de propiedades se conocían en plantas exóticas de África, por lo que su escasez era la tónica, y ahora Lucía Cítores las había descubierto en su pueblo del Cerrato, muy abundantes, de gran calidad y presentes en cualquier época del año.


La patente de estas proteínas se comercializó en su día en todo el mundo para realizar estudios de laboratorio. Se ha hecho una investigación básica: ha sido probada en ensayos in vitro y en cultivos celulares, pero no se ha inyectado aún a personas, por lo que todavía no hay estudios clínicos. 


Además de su valía en la lucha contra el cáncer, las propiedades antivirales de esta proteína rompiendo el RNA le confieren asimismo potencialidad en la lucha contra el SIDA (el del SIDA es un virus RNA).


Lucía se marchó al Instituto para la Investigación del Cáncer, en Oslo, trabajando con Factores de Crecimiento de Fibroblastos (FCF), tema que guarda relación con su descubrimiento de las plantas de Cobos.


A su vuelta continuó estudiando las características de las proteínas del saúco y sus hierbas, así como ha estudiado también las proteínas de la remolacha (abundante en Cobos), relacionadas con la patogénesis.


Tanto Lucía como su hermano Rafael, también médico, eran incomprendidos por sus vecinos de Cobos, ya que les veían ir con una furgoneta negra con tanques de nitrógeno líquido a coger en la huerta de su padre, Heraclio, lo que estos vecinos consideraban malas hierbas. «Este Heraclio, a ver si en vez de patatas está sembrando malas hierbas, y  se van a extender…», temían. Nadie les explicó que de estas plantas, prácticamente endémicas del Cerrato, se pueden elaborar fármacos empleados contra el cáncer y contra el SIDA.

ARCHIVADO EN: Cerrato, Sida, Abades, África