Un 'tsunami' en salud mental

Pablo G. Hermida (EFE)
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El sistema sanitario se prepara para las consecuencias que está teniendo y tendrá la COVID-19 y que empiezan por el insomnio, la ansiedad y peor ánimo que hace un par de años

Los trastornos depresivos se han triplicado con la pandemia y afectan ya al 20 por ciento de la población; los expertos prevén una aminoración de las cifras, pero factores como el estilo de vida o una sobreprotección de los menores van a propiciar que los casos sigan lenta, pero progresivamente, en aumento.

Es una de las conclusiones a las que han llegado Eduard Vieta, jefe de Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Clínic; Lorenzo Armenteros, miembro del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), y Rosa Molina, psiquiatra en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid.

Durante el XIX Seminario COVID-19 & Depresión, la tormenta perfecta organizado hace unos días por Lundbeck en Sitges (Barcelona), los tres expertos constataron un incremento de la incidencia de la depresión desde que estallara la crisis sanitaria, que en España ha pasado del 7 al 20 por ciento. Una de cada cinco consultas.

Pero «eso es si hablamos de patología; si hablamos de trastorno del ánimo, las cifras estarían cercanas al 80 por ciento», puntualizó Armenteros, médico de familia del centro de salud Islas Canarias de Lugo.

«Los pacientes pasan de la ira al llanto en la misma consulta en cuestión de minutos. Cuando llegan, primero lo expresan con un enfado, y luego poco a poco entran en esa fase melancólica de tristeza para explicar lo que ha ocurrido. Eso en sí no sería un trastorno emocional patológico, pero sí un trastorno del ánimo que afecta a una cantidad de población mucho mayor», argumenta.

El SARS-CoV-2, aduce Vieta, «es un virus cerebral» y muchos de los síntomas de la enfermedad que causa, incluida la fiebre, «vienen por el impacto del virus en el cerebro». En paralelo, causa efectos indirectos en el ánimo como consecuencia de las cuarentenas y los confinamientos.

Un reciente estudio realizado en 204 países y territorios y publicado en The Lancet cifra el incremento global de la depresión en un 28 por ciento en todo el mundo; la misma investigación habla de 53 millones de trastornos depresivos más de los esperables, 35 millones de ellos en mujeres, el grupo más afectado junto al de los jóvenes.

Más de la mitad de la población general ha mostrado síntomas de estrés emocional, como ansiedad, depresión o alteraciones del sueño, ha señalado Vieta, director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam). En el caso de los jóvenes, el malestar emocional se manifiesta con una mayor incidencia de trastornos de la conducta alimentaria, trastornos de conducta e intentos de suicidio.

Suicidios

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2019 se suicidaron en España 3.671 personas - 2.771 hombres y 900 mujeres-. Ya es la principal causa de muerte no natural en personas de 15 a 29 años, por encima de los accidentes de tráfico.

En Cataluña, señala este catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Barcelona, los intentos de suicidio entre adolescentes han aumentado un 25 por ciento durante el año covid, aunque ha disminuido un 16,5 por ciento en adultos. El incremento entre las jóvenes fue especialmente destacado en el comienzo del curso escolar entre septiembre de 2020 y marzo de 2021, cuando alcanzó el 195 por ciento.

Son los jóvenes a los que más les está costando salir de las secuelas emocionales de la pandemia, ya que el confinamiento ha marcado sus «necesidades de libertad», de ahí el efecto rebote que se está viendo actualmente con las macrofiestas y botellones. La consecuencia, dice, se ha visto en un mayor consumo de drogas, autolesiones e intentos de suicidio.

Aunque tranquiliza: «Creo que no va a ser tan grave; lo que ha ocurrido es una situación de estrés notable porque han necesitado un espacio físico y mental que no han tenido. Pero pienso que, a veces, haber pasado situaciones desfavorables tiene efectos positivos. El fracaso y la tolerancia a la frustración es fundamental».

Junto a jóvenes y adolescentes, el otro grupo más vulnerable a los estragos de la Covid ha sido -prosigue- el de los mayores, aunque en su caso «se deprimen en silencio», lo que hace que «nos olvidemos de ellos». El aislamiento, la soledad y «el estar fuera de su entorno familiar les ha hecho aflorar ciertas patologías que hasta ese momento podían estar enmascaradas», añade Armenteros.

Sin olvidar los afectados por covid persistente, el 10 por ciento de los pacientes. La enfermedad es al mismo tiempo causa y consecuencia de este tipo de trastornos y genera «efectos directos e indirectos en la generación de problemas emocionales».