Momentos de una gran intensidad

DP
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Las procesiones de Silencio y Penitencia, Los Pasos y del Santo Entierro congregan a cientos de personas en las calles

Momentos de una gran intensidad - Foto: Sara Muniosguren

Organizadas por la hermandad de Nuestro Padre  Jesús Nazareno se cebraron, de madrugada la procesión de Silencio y Penitencia, y entrada la mañana del viernes la de Los Pasos. A lo largo de la primera se simbolizaron las tres caídas de Nuestro Señor camino del Calvario -a la altura del palacio episcopal, en la plaza de San Antolín y frente al Santímo en el interior de la catedral- con tres genuflexiones de la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno (Tomás de Sierra, 1717). Llevado a hombros por los hermanos de esta penitencial, descalzos, como ordena su regla, el recorrido se realizó por calles a oscuras -Hermanos Madrid, Mayor Amtigua, Santo San Pedro, plaza de la Inmaculada, Santa Teresa de Jesús, plaza Carmelitas, Santo Domingo de Guzmán y plaza de San Pablo-, solo alumbrado por las velas que repartió la cofradía, y en silencio, solo roto por el sonido del timbal que marcaba el paso. 

En la procesión de Los Pasos, con Jesús Nazareno El Viejo, Jesús Nazareno con el Cirineo, La Verónica, La erección de la Cruz Longinos y Nuestra Madre la Virgen de la Amargura rodeada de flores, los momentos más emotivos, cuando en la plaza de San Pablo se congregaron cientos de personas, llegaron  con tres genuflexiones de Jesús Nazereno El Viejo despidiéndose hasta otro año de su Madre.

El Viernes Santo se completó, en lo que a procesiones se refiere, con la del Santo Entierro, organizada por la cofradía del Santo Sepulcro, al igual que la función del Descedimiento que la precedió. Esa aportó al desfile Santísimo Cristo del Perdón,  El Descendimiento, El Calvario, El Santo Sepulco y la Virgen de los Siete Dolores, nómina de pasos completada por el Santísimo Cristo de la Misericordia, Nuestro Padre Jesús Crucificado y Nustra Madre Dolorosa y la Santísima Virgen de la Piedad. Esta procesión presentó  novedades, como una plaza Mayor a oscuras donde la obra de Ramón Núñez entró la última -si bien de la catedral salió delante de la Virgen de los Siete Dolores, se pudo escuchar un Miserere y las palabras de agradecimiento de la cofradía port el silencio y respeto demostrado por los asistentes. De regreso a la capilla de la cofradía, el duelo que supone la despedida de la Virgen y el Cristo Yacente, entre salves a la Madre y rasgados toques de corneta ante el Hijo, fue uno de los momentos álgidos de la Semana Santa palentina.

siete palabras. «Recuerdo aquella primera vez que siendo niño entré en esta iglesiay me encontré con el crucificado. Nunca imaginé que aquel momento sería determinante en mi vida cuando años más tarde, tras una dilatada carrera musical, sentí la necesidad de componer Las Siete Palabras en la Cruz para aquella imagen que siendo niño me cautivó», afirmó el compositor de Medina de Rioseco, Pablo Toribio Gil, que el Viernes Santo entregó  la partitura al hermano mayor de la hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia, Carlos Martín Antolín.

Joseph Haydn compuso en 1786 Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz  y sus textos introductorios  fueron precisamente el hilo conductor en una puesta en escena única en que la obra compuesta, por el músico y compositor Pablo Toribio Gil en marzo de 2022 para esta hermandad en su Oficio a las Siete Palabras o Septem Verba de Viernes Santo se unió de manera novedosa y quasi teatral en el templo de Ntra. Señora de la Calle interpretada por el barítono zamorano Luis Santana y al órgano por el pianista palentino Mariano Miguel Sánchez. Una original representación que transportó al espectador a un tiempo en el que espiritualidad y música se unían para sobrecoger el corazón de los hombres. 

«Como compositor no puedo estar más agradecido», señaló Pablo Toribio,  porque «no ha podido caer en mejores manos la presentación de esta obra».