«Los jueces tenemos los pies en la tierra»

ALBERTO ABASCAL
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María Jesús del Barco pertenece a la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), llevando las áreas de conciliación e igualdad. Actualmente es juez-decana de Madrid y hoy recibirá el galardón de Embajadora de Villamuriel de Cerrato

Imagen de María Jesús del Barco.

El Ayuntamiento de Villamuriel de Cerrato vivirá hoy en el Teatro Jesús Meneses, a partir de las 20 horas, la gala de entrega de premios Vive Villamuriel 2021 que sirven para reconocer a personas que se han desvivido por el municipio cerrateño y sus habitantes. El pregón literario correrá a cargo de Virginia Franco Varas, doctora en Odontología, mientras que José Vicente de los Mozos, director general de Fabricación y Logística de Renault España, recibirá el premio Economía y Desarrollo; Ramiro Curieses, director del IESO Canal de Castilla, el de Toda una vida por Villamuriel, mientras que el de Embajadora de Villamuriel ha recaído este año en la juez-decana de Madrid, María Jesús del Barco. La magistrada palentina, de 50 años, lleva en la carrera judicial desde 1998, donde ha ocupado otros destinos como los juzgados de Ordes (A Coruña), Carrión de los Condes, Juzgado de lo Penal de Cuenca, primera instancia e instrucción de Arganda del Rey y juzgado de primera instancia número 4 de Madrid. 

¿Qué supone para usted que en Villamuriel la consideren como embajadora del municipio?

Para mí es un auténtico orgullo y siempre que puedo hago patria allá por donde voy, aunque también de Cobos de Cerrato, que es la localidad natal de mi madre. Yo me fui de Villamuriel por motivos profesionales en 1998 pero siempre que puedo me doy una vuelta, una vez al mes por lo menos. 

Yo siempre digo que mi localidad tiene una calidad de vida que es la envidia de gran parte de España. Es moderna, con una población joven y dinámica; y goza de unos servicios muy completos; en definitiva, tiene de todo.

Usted ocupa actualmente el cargo de juez-decana de Madrid, al que accedió en septiembre de 2018; por cierto, es la segunda mujer tras la exalcaldesa Manuela Carmena que se convierte en decana de los jueces de Madrid. ¿Como es el día a día de su trabajo?

En un partido judicial como Madrid, con más de 300 órganos judiciales, muchos de ellos con medidas de refuerzo, siempre hay temas pendientes que resolver y debemos velar para que todo el engranaje funcione como es debido. Además, cuando hablo con mis compañeros detecto más necesidades y más problemas, y hay que tratar de ver cuál es la posible solución. Además, en Madrid hay 13 juzgados de guardia y, por lo tanto, tenemos que estar muy pendientes de que dispongan de todo lo necesario. En resumen, el objetivo es mantener la calidad del servicio para que redunde en beneficio de los ciudadanos.

¿Cómo valora la Justicia que se imparte en España?

Yo siempre he creído y he defendido que la función que hacemos los jueces es esencial en un sistema democrático, que tenemos una verdadera vocación de servicio público y que trabajamos desde la responsabilidad. Los ciudadanos tienen que estar tranquilos porque el sistema judicial está descentralizado del resto de poderes del Estado y actúa con total independencia porque, insisto, nuestro trabajo es vocacional. Sí que es verdad que los jueces tenemos que tratar asuntos cada vez más complejos y la carga de trabajo es  muy grande.  No obstante, estamos preocupados porque recibimos muy a menudo ataques provenientes de otros poderes y si no hay equilibrio entre los poderes del Estado se tiende a la desestabilización. 

Por lo demás y sobre todo tras la actual pandemia atisbamos que puede desembocar en una crisis económica y de ahí a una crisis social y eso se puede traducir en más trabajo en los juzgados y más descontento social. En cualquier caso, los jueces tenemos los pies en la tierra y nos dedicamos a resolver conflictos; no vivimos en una burbuja.

¿Qué recuerdos tiene de su paso por uno de sus primeros destinos que fue el juzgado de Carrión de los Condes?

No fue mucho tiempo, entre septiembre de 2001 y enero de 2003, pero recuerdo que fue un destino muy cómodo. En Castilla y León se trabaja de otra manera, relativamente bien, y para mí fue una experiencia inolvidable y muy grata. Además, estaba en mi provincia y tengo que reconocer que soy más de campo que las amapolas. Luego ya logré ascender y me marché a Cuenca, pero el recuerdo que tengo de Carrión de los Condes es imborrable.

¿En la carrera judicial la incorporación de las mujeres a los puestos más altos del escalafón es tan complicada como en otras profesiones?

Tras recordar que el acceso se realiza por oposición, tengo que decir que las mujeres presentan el mayor porcentaje de aprobados. Ahora, eso sí, una vez dentro tengo que reconocer que alcanzar los puestos o cargos más altos es ya más complicado.

En Palencia la puesta en marcha de la oficina judicial única, con la incorporación de las nuevas tecnologías, supuso un antes y un después procedimental, provocando inicialmente no pocas críticas. ¿La Justicia puede estar ya en fase digital plena?

En  Madrid seguimos funcionando todavía con el sistema tradicional, el que ha sido el de siempre. Soy de las que piensan que no hacen falta cambiar las cosas si funcionan. Con las nuevas fórmulas se pierde inmediatez y los jueces debemos estar siempre cerca del ciudadano. En cualquier caso, ahora mismo hay un anteproyecto en marcha que debe servir para mejorar los defectos con los que nació en España la Oficina Judicial Única.

Si tiene que acudir a un foro nacional o internacional y tiene que vender Palencia, ¿qué les diría a sus interlocutores?

La Montaña Palentina y el románico no tienen parangón. Ni qué decir tiene Paredes de Nava con sus pinturas de Berruguete. Los paseos por el Canal de Castilla son una delicia, lo mismo que visitar San Miguel o la catedral. 

Y mientras La Olmeda es un destino, que nadie se debe perder, los atardeceres de septiembre en la provincia no tienen nada que envidiar a la Toscana italiana. Me acuerdo mucho de las patatas bravas de La Mejillonera y la tranquilidad que se respira en verano, con ese aroma propio del campo recién segado. Y por último, quiero resaltar algo que a veces pasa desapercibido y es que los palentinos tenemos un acento especial, parece que cantamos.