«El libro mantiene la cultura de un país y hay que celebrarlo»

Jesús Hoyos
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Las librerías no pueden competir en ventas con Amazon, pero tienen en la cercanía y el trato al cliente sus armas para subsistir. El responsable de ALEP pide más apoyo municipal en la Feria del Libro para conseguir autores de renombre y visibilidad

«La novela policíaca, la histórica y el ensayo son los géneros que siempre están ahí», comenta Baquero. - Foto: Juan Mellado

Ateneo, el moderno concepto de librería y café, ampliamente desarrollado en países como Estados Unidos, es el espacio donde Jacobo Baquero, su co-propietario y presidente de la Asociación de Libreros y Editores de Palencia (ALEP), atiende a Diario Palentino. Ayer se celebró, como cada 23 de abril, el Día del Libro. Lo hizo en el complicado contexto de incertidumbre provocado por la guerra de Ucrania y el gran aumento de la inflación.

Baquero habla de su relación con la literatura, los problemas a los que se enfrenta el sector, el idealismo de la profesión y los efectos de la pandemia y sus confinamientos en los índices de lectura.

Tiene amplia experiencia en el sector del libro

Sí. Tengo estudios de Biblioteconomía y Documentación y un máster en Edición. He trabajado en bibliotecas, editoriales, medios de comunicación, etc. La experiencia en el negocio del libro está.

¿Qué supusieron los libros para usted cuando era niño?

Mis padres nos infundieron a mis hermanos y a mí el amor y el gusto por los libros. Desde pequeño, la biblioteca de ellos ha estado ahí para todos nosotros. Eso sí, no existe ningún antecedente librero en mi familia.

Este edificio era la casa de mis abuelos maternos. Hace más de dos décadas, este espacio era parte de la vivienda, se vació y hubo tiendas de deporte, ropa y muebles. Después lo reformamos para hacer las actuales zonas de librería y de café.

¿Qué le ha dado la lectura a nivel personal?

Muchas veces no lees por unos valores, depende de los libros. Es entretenimiento. Puedes leer libros cuyos valores nada tienen que ver con los tuyos y entretenerte mucho. Hay otro tipo de libros como ensayos que pueden dártelos, pero la literatura es entretenimiento. Cada autor imprime los valores que tiene detrás. Cuando lees a uno anglosajón, estos valores son distintos a los españoles, pero te entretiene porque ves otro tipo de mundos. Con un autor americano o uno alemán, entras en un mundo que no es el hispano. Son culturas distintas.

Los libros te marcan o no te marcan. Unos me han gustado más y otros menos. En el momento, algunos impactan por su historia o sus personajes. Los lectores somos lo que leemos. ¿Somos más listos que quien no lee? No. Leer entretiene. Quien tiene más expectativas, puede crecer como persona, pero no voy a ser presuntuoso. No puedo decir eso solo por haber leído cientos de libros. Se puede aprender, sí. Hay escritores como Dostoievski o Tolstói, del siglo antepasado, con los que aprendes de psicología. Crearon unos perfiles psicológicos espectaculares de los personajes, por ejemplo. Aprendes de otros países, rozas sus costumbres. Luego puedes profundizar. Es una manera de iniciarse en otras culturas.

Leer obliga a renunciar a otras aficiones porque implica invertir un cierto tiempo. ¿Qué le diría a quien no encuentra un rato para la lectura?

No puedes hacer algo por fuerza porque, al final, acaba por no gustarte. Tiene que salir de dentro, es un hecho. Si se quiere, se puede. El tiempo que le dedico a la lectura lo quito de estar con el teléfono todo el santo rato mirando los estados de WhatsApp de cualquiera o de ver cierto tipo de programas de televisión. Quizá se va creando una pequeña adicción por descubrir nuevos títulos y autores. La literatura me entretiene bastante. Con otros libros, aprendes de cualquier ámbito: filosofía, religión, historia, etc.

Emprendieron en 2014 la aventura de esta librería-café, en plena salida de la crisis económica. ¿Qué supone abrir un negocio de este tipo a nivel empresarial? ¿Compensa la parte de idealismo que tiene la profesión?

En la última temporada todo está económicamente muy complicado. La pandemia, la guerra, la inflación, etc. No son tiempos buenos para invertir. Ha sido duro y aún estamos en un período complicado por la incertidumbre. A fin de cuentas, una librería no deja de ser un negocio y te tienen que cuadrar las cuentas, aunque exista una parte intelectual y de idealismo cultural. Aunque esto igual te da más fuerzas para seguir adelante.

Ustedes leen además para poder recomendar y aconsejar a los clientes. ¿Cómo se adapta un librero a las diferentes necesidades del público?

Es complicado. Como las opiniones, cada persona tiene una necesidad. Tú puedes aconsejar y, en función de los gustos que te indiquen, recomendar un libro u otro. Como individuos, tenemos gustos diferentes y lo que a mí me gusta a ti puede no convencerte. Más o menos, te amoldas a lo que te dicen o lo que hayan leído anteriormente. Puedes acertar o fallar, pero eso entra dentro de la vida, en general.

Incluso aunque conozcas a la persona, tienes que hacer un poco de vendedor y de psicólogo. Preguntar y ver por dónde lo encaminas. Lecturas recientes, gustos, géneros favoritos...

¿Cuál es el papel de un librero hoy en día? Coge fuerza la figura de facilitar la relación entre autor y lector a través de presentaciones, por ejemplo

Hay un término muy de moda que es el de gestor cultural. Antes de la pandemia, hacíamos muchas presentaciones. Hemos parado, pero esperamos seguir en el futuro. Diría que somos gestores culturales a la vez que profesionales especializados. Dentro del libro, puedes profundizar en poesía, literatura -de cualquier país- o ensayos -de diferentes temáticas-. Lo abarca todo.

Efectivamente, la oferta es enorme, quizá sea el período de la historia en el que más se edita. ¿Cómo se discrimina para encontrar lo mejor?

Hay autores que crees que pueden funcionar. Luego, caso a caso, aunque puedes acertar o no, ya sea un escritor desconocido, casi novel o famoso.

¿Cuáles son los géneros más demandados por los clientes?

Siempre están la novela policíaca, la histórica y el ensayo. Estos son habituales y están ahí. Hombres o mujeres, siempre habrá alguien que los escriba.

¿Qué debe tener un libro hoy día para enganchar al lector?

Que esté bien escrito, sea ágil y se entienda. Parece una obviedad, pero, pese a todo, hay algunos que cuesta leer.

El confinamiento llevó los índices de lectura a máximos históricos. ¿Cuántos cree que han seguido con el hábito en vez de tomarlo como una moda?

Por ahora, parece que se mantiene. Tocamos madera para que siga creciendo, quizá de un modo más pausado pero constante.

Después de la caída abrupta en el número de clientes tras el inicio del confinamiento, luego hubo una subida. En las librerías ocurrió. También nos ayudó que hubiera restricciones, que la gente no pudiera salir a la calle de la misma forma.

Antes de la pandemia, en 2019, ya se notó una pequeña bajada a nivel general. Y todavía no hemos recuperado esos niveles previos.

En su librería, tienen un amplio rincón para literatura infantil y juvenil. ¿A los niños les gusta el papel, les ve involucrados en un momento en que los teléfonos y las tabletas lo dominan todo?

Les gusta, y los padres están involucrados. Siguen encontrando el hueco para leer. En mi opinión, hay que intentar que se desenganchen de esos dispositivos.

¿Qué deben hacer los colegios, los institutos y los profesores en este sentido?

Creo que lo hacen bastante bien. Se leen los libros recomendados. Es una puerta para que los chavales vengan y lean otras cosas. Un libro siempre lleva a otro libro.

¿Obligar a leer los clásicos puede echar para atrás a los niños?

Puede ser. Con 12 o 13 años, en mi caso leíamos clásicos incluso en idioma original, como El Quijote en castellano antiguo. ¿Está bien? ¿Está mal? Siempre hay libros acordes a la edad. Si un niño de esa edad quiere empezar a leer con Harry Potter, es mejor eso que obligarles a leer un libro que quizá es muy bueno, pero no van a entender.

Quizá no deberían recomendar El Quijote para chavales pequeños. Lo que se hace ahora es acortarlos y adaptarlos a ese público infantil. Se puede empezar con otros libros y ya, con una edad más avanzada, leer los clásicos con cierto desarrollo intelectual.

Por ejemplo, en las universidades cada vez se opta más por editar en formato electrónico. A nivel general, ¿cómo han afectado los e-books a las librerías?

Hace unos años hubo un intento y unos intereses para que la gente se enganchara, pero la realidad es que no han cuajado. Los libros de texto se siguen editando en papel. Y si a los estudiantes les dan algo en formato digital lo acaban imprimiendo. Yo soy incapaz de leer algo en el ordenador, el móvil o la tableta durante un tiempo prolongado. Las tecnologías están bien, pero creo que un periódico en papel, por ejemplo, tiene más profundidad.

Siguiendo con el ámbito tecnológico y las nuevas formas de comercio, entra en juego Amazon. ¿Cómo pueden competir las librerías con la comodidad de su forma de distribución?

No podemos competir. Nos tenemos que diferenciar con el trato al cliente y la cercanía. A fin de cuentas, el que compra en Amazon u otras plataformas digitales, lo hace en muchos casos por la adicción al teléfono. Quiero creer que eso es solo un segmento y el resto seguirá comprando en las librerías tradicionales. No me meto en si el comercio electrónico está bien o mal, cada cual hace lo que quiere. Pero sé que a mucha gente le gusta ver el producto, probarlo, etc., no ver algo de forma fría a través de una página web. Creo que se equivocan al cerrar tiendas físicas. Hemos oído muchas veces que iba a cambiar el sistema de vida, pero todo acaba siendo más o menos lo mismo.

Si nos fijamos en un país vecino como Francia, este nos saca ventaja en casi todos los ámbitos culturales, en especial el cine, pero también en la literatura y especialmente en lo referente a apoyo institucional. ¿Qué se puede aprender de ellos?

El libro es un mercado regulado. Las administraciones seguramente podrían hacer más. El apoyo a la edición y a las librerías podría ser mayor. El IVA sigue siendo del 4%. Si lo suben, provocaría un crecimiento del precio. La gente es muy reacia a gastar por esa incertidumbre y está bien que lo mantengan. Una futura subida dependerá de los índices de lectura y la viabilidad económica.

Hablando de Francia, en ambos países el precio del libro está fijado por el editor. Podemos hacer un 5% de descuento y solo en el Día del Libro y la Feria del Libro llegar hasta el 10%. Las librerías trabajamos con unos márgenes de beneficio de entre el 25 y el 35%. Con eso tenemos que sobrevivir. Por eso es un mercado regulado. Se hizo como una forma de proteger a las pequeñas librerías de las grandes superficies. Pero sé que a estas cadenas les hacen mayores descuentos ya que compran más cantidad. Es otro ejemplo de que no podemos competir.

En el caso de la administración local, llevamos tiempo reclamando que asuma un mayor coste de la Feria del Libro. En otras ciudades, está más apoyada por la corporación local. En el caso de Valladolid o Soria, por poner dos ejemplos regionales, son los propios ayuntamientos los que organizan las ferias. En Palencia lo hacemos nosotros, con una pequeña subvención municipal. Valladolid es mucho más grande, pero habría que intentar subir la cuantía en proporción a la población. Más dinero significaría más autores de renombre y, por tanto, más visibilidad y afluencia de público en la feria y la ciudad.

¿Qué objetivos se marcan como asociación?

Llevamos varios años en la presidencia. Pensábamos cambiar antes de la pandemia, pero hubo un parón de actividad y se prolongó. En el fondo, somos seis miembros: cuatro libreros y dos editores. Lo que puedo hacer yo lo puede hacer el de Librería Iglesias, del Burgo, la Amarilla, Ediciones Cálamo o Aruz, pero sí haremos un cambio este año.

Como principal objetivo, el Día del Libro debe recuperar la normalidad de otros años. Por ejemplo, salir a la calle. Este año hemos optado por seguir siendo prudentes. La Feria del Libro tiene que seguir creciendo, con una mayor implicación del Ayuntamiento y la Diputación en ambas fechas.

¿Cómo puede apoyar la sociedad al sector?

Comprando y leyendo. Es así de simple.

¿Cuál es su hábito de lectura?

En la mesilla de noche siempre tengo libros. Leo cuando quiero, sea por la mañana, por la tarde o por la noche. Si no quiero, mejor no hacerlo.

¿Sigue habiendo motivos para celebrar el 23 de abril como Día del Libro?

Siempre hay que hacerlo. Es uno de los rasgos de la cultura. La española, en concreto, es el libro. Este recoge todo lo que hemos sido, una amalgama de cosas que se han ido cruzando. Tenemos que disfrutar del libro, porque lo que hace es mantener la cultura de un país.