Editorial

Alternativas para el sector primario en la comarca del Cerrato

Diario Palentino
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El cultivo de trufas tiene futuro y no hay que descuidarlo, sino todo lo contrario

En un sector tan cambiante, tan sujeto a las condiciones climatológicas, pero también a los costes de producción, a la rentabilidad final de unos precios que no suelen corresponderse con lo que deberían ser y a políticas europeas, como la de la PAC, es difícil encontrar una panacea que de pronto acabe con todos los problemas y resuerva en positiva cada una de las incertidumbre. Lo que sí hay son algunas alternativas, que pueden contribuir a generar beneficios y al desarrollo de determinadas comarcas. Es el caso de la trufa, esa joya tan apreciada en la gastronomía española y de otros muchos países, que está cobrando importancia en la provincia. Concretamente, en el Cerrato, donde en estos momentos hay unas trescientas hectáreas dedicadas al cultivo de este hongo y quince truficultores empeñados en darle la mejor de las salidad posible.

Hasta hace no mucho tiempo, cuando por estos lares se hablaba de trufas, se pensaba de forma casi automática en Soria, pero la alternativa ha ido cogiendo peso específico y se han animado a seguir esa estela en Burgos y en Palencia. Además, tanto las condiciones climatológicas de frío y heladas y las características de la tierra de algunas zonas, mala para otros cultivos, pero ideal para las trufas, al decir de los expertos le auguran un gran futuro. Presente ya tiene y quedó demostrado ayer en la tercera feria de la trufa celebrada en Baltanás. Tanto por el número de participantes, como por el de visitantes, además de por el interés de muchos de estos tanto en el proceso de cultivo, como en el producto final. 

 Tiene demanda la trufa cerrateña por su gran calidad y es un buen nicho de mercado por los altos precios que llega a alcanzar. Por supuesto, no es un hongo que se coseche en cuestión de meses. Requiere plantar encinas y robles y que estos crezcan y den lugar a la aparición de las trufas, que más tarde habrá que buscar con perros educados para ello, pero si se parte de una comarca con posibilidades y de una alternativa con enormes posibilidades, es más fácil animarse a ello. Eso sí, el problema radica en la falta de agua y por eso los truficultores piden ayuda a las administraciones, en pos de la continuidad de un cultivo incipiente. Sin panaceas, sin milagros, sin cuentos de la lechera cuyo cántaro puede hacerse pedazos en cualquier momento, pero con el convencimiento de que es un buen camino, una alternativa de largo recorrido y en una zona apta para ello.

Si expertos como el responsable de la Cátedra de Micología avalan el cultivo trufero y si se animan nuevos cultivadores, dentro de no mucho tiempo decir trufa será pensar de manera casi automática en el Cerrato palentino. No es algo a descuidar, sino todo lo contrario. Por el bien del sector primario.