La música, los viajes, el cine, su familia, esos buenos amigos que son más que hermanos, la vida social, la colaboración con la Federación de Jubilados y Pensionistas de la UGT, la dedicación de un tiempo más amplio, y de calidad, a los suyos, la satisfacción de sentirse querido y demandado por su nieto Pablo -tres años tiene el peque de la casa- y unos principios socialistas inamovibles que no le impiden, sin embargo, ver y criticar las decisiones erróneas aunque duelan, y una memoria feliz de su trayectoria profesional, conforman el presente.
Y su vinculación al desaparecido Parque Móvil Ministerial (antes, llamado de Ministerios) jalona todo el recorrido vital desde que era un niño y es, posiblemente, lo que más le ha marcado «para bien». La esencia de un organismo «muy familiar y de puertas abiertas» le acompaña y da sentido a buena parte de su discurso. El de la memoria y también el actual.
No se concibe a sí mismo sin su asistencia a la escuela del Parque Móvil con los hijos de los otros empleados y, menos aún, sin su trabajo como conductor en distintos destinos. «Mi grupo sanguíneo es PMM», confiesa. Lo subraya, insiste en ello y vuelve a sacarlo a colación para explicar cómo ha influido en su vida.
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