La crítica -
Por Juana Samanes
En plena ebullición en Estados Unidos del movimiento reivindicativo Black Lives Matter se estrena este film provocador y, de alguna forma, peligroso desde el momento en que defiende el derecho de los ciudadanos negros a vengarse de forma violenta si sufren atropellos. Llama la atención que detrás de la producción del mismo se encuentre Sean Mckitrick, artífice de películas entretenidas, originales y con toque de terror y humor como Déjame salir y Us , argumentalmente en las antípodas de Antebellum, un thriller de contenido racial lleno de dramatismo que indaga en el miedo que provocan los monstruos humanos insuflados de peligrosas ideas racistas.
Gerard Bush y Christopher Renz debutan como guionistas y directores de este largometraje de difícil público (no es para el juvenil que busca pasar miedo con lo que sucede en la pantalla) y cuyo contenido político lleno de mensajes subliminales contra la supremacía blanca y los presuntamente conservadores del país son deducibles a poco que se profundice.
Muy violenta, donde el único pecado original de Estados Unidos parece ser el racismo contra la gente afroamericana, recuerda en algunas imágenes a 12 años de esclavitud, por las escenas explícitas de atropellos cometidos contra los afroamericanos en el periodo anterior a la Guerra de la Secesión, siempre a manos de los hombres blancos, pero sin incluir ningún toque de ecuanimidad en la descripción de los personajes de raza caucásica, algo que si poseía el oscarizado film de Steve McQueen.
Antebellum es una palabra latina que significa “ antes de la guerra” pero, realmente, en el germen del argumento está una frase que se repite varias veces: “el pasado nunca es pasado”, haciendo alusión a que siempre existirán hombres y mujeres supremacistas.
Con ganas de provocar polémica, no puede negarse que está bien rodada e interpretada, al frente de cuyo elenco se encuentra la famosa cantante y actriz Janelle Monáe, pero en su desarrollo hay algunas trampas argumentales. Tan engañosas como la publicidad con la que pretende captar al público sobre que es una película de terror al uso, lo que sin duda enfadará a algunos aficionados al género que esperarán ver otra cosa y no una versión distópica afroamericana con semejanzas a El Cuento de la criada o, si lo prefieren, un drama donde los derechos civiles y la cultura afroamericana cobran más protagonismo que nunca. Totalmente fuera de lugar la niña que recuerda a las mellizas de El resplandor.