En el Centro y con la 'A', por favor

diariopalentino.es
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Llegará un día en el que los compradores o arrendatarios que se acerquen a una inmobiliaria en busca de una casa donde vivir,  pedirán junto con la ubicación, el número de habitaciones  y el precio aproximado la certificación energética de la vivienda que desean. Llegará, sí. Pero como en la canción de Melendi, no será hoy. Ni mañana y puede que ni siquiera este año. 
El desconocimiento de la obligatoriedad y de lo que supone la certificación energética no sólo se queda en los arrendadores (cuyo desconocimiento puede ser más o menos interesado) sino también en quienes van a pagar por el piso. «Cuando les comentamos, dentro de las características de la vivienda, lo de la calificación energética, se quedan un poco como ah, bien. ¿Qué? Ah si es eso nuevo», explican desde Hispogar. «Pero tampoco creas que lo dan mucha importancia», ratifican desde Mi Piso.
Además, los propietarios han recibido con bastante reticencia lo de la obligatoriedad. «A la gente no le entra por los ojos, qué va. Supone pagar para algo que no les da ningún beneficio. Hay gente que no quiere gastarse lo que cuesta la certificación porque sabe que ahora tiene un piso que no lo va a vender», explican desde Hispogar. 
Es más, casi son las inmobiliarias las que presionan a los clientes a que, en el cumpliento de la normativa realicen la certificación antes de poder publicitar esa vivienda. Y aún así hay reticencias. «Opinan que sólo es otra forma de recaudar», señalan desde Mi Piso. 
Así que mientras los clientes no exijan una u otra certificación para la vivienda que vayan a adquirir o alquilar, es posible que la certificación no sea algo que los propietarios hagan de oficio.