De la gimnasia rítmica al martillo: un giro de 180 grados

David Correia
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Diez años después de debutar sobre el tapiz, Rebeca San Pastor decidió cambiar el rumbo

De la gimnasia rítmica al martillo: un giro de 180 grados - Foto: Sara Muniosguren

Acostumbrada a los numerosos giros que le exigía la gimnasia rítmica, Rebeca San Pastor decidió dar uno, el último, de 180 grados, que cambiaría su vida para siempre. Dejó las mazas, la cuerda, el aro, la pelota y la cinta y cogió por primera vez un martillo. Aunque, para ser realistas, el cambio no fue tan simple.

Rebeca San Pastor no nació en Palencia, pero a la temprana edad de tres años ya estaba instalada en la ciudad, momento en el que acudió a una exhibición de gimnasia rítmica y se quedó impresionada con aquella disciplina que combinaba elementos de ballet, gimnasia y danza. El amor a primera vista fue tal que a los días ya se movía sobre el tapiz y al año estaba federada junto al resto de sus compañeras. Con ellas compitió a nivel nacional, consiguiendo proclamarse campeonas de España y campeonas de la Copa de la Reina entre otros muchos éxitos. Pero pasaron los años y el cuento no era tan bonito como lo pintaba el Érase una vez. Así que, en una decisión tan dura como valiente, Rebeca determinó dar un giro brutal a su vida.

De la gimnasia rítmica al lanzamiento de martillo

Rebeca tenía 13 años cuando decidió dejar atrás la gimnasia rítmica. «La principal razón fue el tiempo. Invertía muchísimas horas en la gimnasia y eso no me permitía casi ni estudiar ni llevar una vida normal. Entrenábamos tres horas todos los días y además los viernes estábamos más tiempo porque hacíamos ballet. Incluso los sábados también entrenábamos», explica la lanzadora de martillo del Puentecillas, que tras abandonar la rítmica pasó por la artística, pero al ver que las exigencias eran similares decidió dar el salto al atletismo. Eso sí, en un primer momento no se afincó directamente en el lanzamiento de martillo. Comenzó haciendo salto con pértiga, aunque su futuro estaba escrito y ligado al martillo. «A decir verdad, no fue mi elección. En gimnasia rítmica haces giros y tienes mucha base y coordinación. En ese sentido, mi entrenador me sugirió que probase a lanzar martillo y se me dio bien. Incluso me salió la mínima para el Autonómico. A partir de ahí supe que era lo que me gustaba. Y hasta hoy», argumenta Rebeca.

Aunque lo cuenta con naturalidad, el cambio no fue tan sencillo como parece. Pasar de un deporte tan sofisticado como la gimnasia rítmica a otro de las características del lanzamiento de martillo nunca es fácil. «Al principio lo pasaba bastante mal cuando me tocaba venir a hacer gimnasio. Sentía que me iba a poner muy grande y como siempre había estado muy delgada me chocaba un poco. Pero realmente me di cuenta pronto de que era algo progresivo. De hecho no he empezado a notar modificaciones físicas hasta hace unos meses. Por otro lado, cuando lanzaba, a nivel de girar, no fue un cambio que me costase porque tenía mucha disciplina en los pies gracias a la gimnasia rítmica», comenta. Y es que sí, por muy distintos que sean ambos deportes de todo se puede sacar algo provechoso en la vida. Y de cada etapa siempre hay algo que se añora. «Echo de menos la flexibilidad. Moverme, expresarme con el cuerpo. De hecho hay días que hago algún ejercicio para no perderlo del todo», reconoce Rebeca.

Muchos años después, la actual cuarta española en lanzamiento de martillo mira hacia atrás y reflexiona sobre las decisiones tomadas. «Fue lo mejor. Tengo muy buenos recuerdos de la gimnasia rítmica y no los cambio por nada, pero el giro que di fue lo mejor que pude hacer. Era algo que me consumía muchísimo tiempo y aquí me siento muy cómoda, estoy muy a gusto con mis compañeros y con mi entrenador», afirma sin vacilar.

Pese a que hace unos años enfermó a causa de una anemia bastante delicada que la mantuvo prácticamente fuera, Rebeca se ha rehecho y ahora lucha por cumplir sus objetivos. «Estoy entrenando centrada en el Autonómico. Tenemos también la liga de lanzamientos. Pero el evento más especial es el Campeonato de España. Me encuentro a menos de un metro de la mínima y estoy muy focalizada»,  dice la lanzadora, cuyo sueño es ser campeona de España absoluta. «Es complicado, pero lo enfoco de una manera positiva. Si no llego al rendimiento que considero será igual de bueno porque significará aprendizaje», indica. Para ello trabaja duro semana tras semana. «Sobre todo me centro en el gimnasio, porque ponerme fuerte es algo que me cuesta mucho. Lanzamos dos días a la semana y hacemos gimnasio tres. Además, algún sábado vengo al Campo de la Juventud a lanzar», prosigue.

Las mañanas las ocupa estudiando el Grado en Marketing e Investigación de Mercados. «Me gustaría terminar la carrera y acabar trabajando de ello, aunque no descarto dar clases de martillo en un futuro», sentencia Rebeca. Al fin y al cabo, el deporte siempre ha sido la banda sonora que ha acompañado su vida.