'La Borriquilla' volvió a congregar a los cofrades más jóvenes

Laura Burón / Palencia
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Los niños palentinos no quisieron perderse esta procesión que se caracteriza por el batir de palmas al acabar la eucaristía en la Catedral y que es símbolo de la alegría por la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén

Los niños no faltaron a su cita con la Semana Santa Palentina y ayer vestidos con el hábito de su cofradía pero a cara descubierta o apostados a lo largo del recorrido, acompañaron al único paso que desfila en esta procesión conocido popularmente como La Borriquilla.

El hecho de que el desfile se celebre por la mañana y que el buen tiempo suela respetarla, sumado a las figuras que aparecen en el paso (Jesús a lomos de un burro dando la bendición y tras él una mujer que lleva de la mano a un niño y ambos portan palmas) hace que los pequeños palentinos insistan en querer participar y batir sus palmas.

Precisamente niños de varias cofradías fueron los primeros en recibir al paso en el exterior de la Catedral.

Y es que la jornada se desarrolló según lo previsto. A primera hora, el obispo de la diócesis, Esteban Escudero, bendijo los ramos en la puerta de la capilla del Santo Sepulcro, de donde partió hacia la seo la procesión litúrgica.

El repique de campanas dio la bienvenida a la comitiva que accedió a la Catedral para participar en la eucaristía del Domingo de Ramos, presidida por el obispo.

A las doce del mediodía y después de que las nueve cofradías palentinas ocuparan el puesto que se les había asignado en la plaza de la Inmaculada, volvieron a sonar las campanas de la Catedral para indicar la salida del paso cuyo nombre oficial es La entrada de Jesús en Jerusalén, obra de Víctor de los Ríos, de 1956.

La Puerta del Obispo se abrió y de su interior salieron la Banda de Cornetas y Tambores del Santo Sepulcro y varios miembros de la Policía Nacional, hermana honoraria de la Cofradía, que se colocaron a ambos lados para dejar espacio para el paso. El Himno Nacional indicó el momento en el que La Borriquilla salió a la luz y comenzó a escucharse de fondo el peculiar sonido que generan las palmas de los cofrades asistentes al ser agitadas en señal de alegría por la llegada de Jesús.

Así, comenzó una procesión que durante algo más de dos horas recorrió el centro de la capital y en la que el paso iba custodiado por la Policía Nacional y llevaba una escolta más ruidosa tras él: decenas de niños cofrades que no quisieron dejar de ser parte activa de la Semana Santa.