Estar a la altura

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Felipe Calvo Manuel recibió el lunes la propuesta de pregonar el Día de la Provincia. El martes dijo sí y el miércoles ya había repasado los 90 discursos de su padre, el senador Felipe Calvo Calvo

Estar a la altura - Foto: dp

Lleva en el ADN escrita la palabra Palencia. No nació aquí, pero aquí se crió y, lo que puede hacernos entender un poco más por qué se siente palentino, vive Palencia, la vive....con mayúsculas.

«Mi padre nos enseñó a amar Palencia», afirma con rotundidad.

Felipe Calvo Manuel, pregonero del Día de la Provincia, vive Palencia cada vez que se desplaza a Polentinos, donde respira y piensa como no lo hace en ningún otro lugar. La vive cuando se acerca a la capital, esa ciudad donde de niño abría los ojos como platos al ver el lento discurrir de los pasos de la Semana Santa.  Vive Palencia cada vez que recuerda que sus cuatro abuelos eran palentinos y la vive, desde la distancia, desde la capital de España, como la viven centenares de palentinos que un día decidieron poner rumbo a otros lares para labrarse un futuro.

Al otro lado del hilo telefónico, en su despacho del Gregorio Marañón, donde dirige el Departamento de Oncología, transmite afabilidad y cercanía. «Para mi fue tremendo cuando me propusieron ser pregonero. Me dio un alegrón», reconoce.

La propuesta le llegó el lunes, la respuesta, inmediata, fue un sí. Lo siguiente, comunicárselo a sus familiares.

La primera, su madre: «que vive, que tiene 88 años y que quiere estar en Villarramiel», asegura. La segunda, su mujer «que casi entra en crisis», comenta con cierto humor. Crisis entre comillas, porque este fin de semana sabe que toca viaje a Palencia, pero no a la Montaña, a Tierra de Campos, para vivir algo muy especial.

Para Felipe Calvo el pregón es «una oportunidad de expresarme ante muchos palentinos, de trasladar lo que siento, lo que supone para mi Palencia. Es un lujo poder hablar así a los palentinos», reconoce.

Lo que para otros pregoneros hubiera supuesto una tremenda responsabilidad, en el caso de Felipe Calvo, no lo es.  Acostumbrado a grandes auditorios, a pronunciar ponencias en foros oncológicos de prestigio, lo que ahora le quita el sueño es «estar a la altura de mi padre».

Su padre, Felipe Calvo Calvo (1919-1992), fue senador por Palencia varias legislaturas, un extraordinario orador «con una prosa impresionante. Nunca podré pregonar como lo hizo él», apostilla. Sabe de lo que habla. En la preparación del pregón, Felipe Calvo hijo ha hecho un repaso a los casi 90 discursos que su padre dio. «No es sencillo entresacar, pero sí es fácil recoger la esencia», puntualiza. Esa esencia es la que incorporará a su pregón, con guiños personales.

Desde que dijera sí, ha dedicado un buen puñado de horas a  su elaboración.  En su agenda está marcado en rojo el sábado. Villarramiel le espera. Un fin de semana distinto al que vive cuando se desplaza hasta la Montaña Palentina, pero un fin de semana, a fin de cuentas, casi en familia, con 191 alcaldes escuchándole, con decenas de palentinos que participan en una jornada donde Palencia suena con mayúsculas, donde los regidores municipales son los protagonistas.

Esos regidores que viven por y para sus pueblos, que no saben  en la mayoría de los casos de horarios ni de remuneraciones. Trabajan por su pueblo, como en su día hiciera el padre de Felipe Calvo por Palencia, desde el Senado.