De invierno invierno

O. Herrero
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La localidad terracampina alcanza la décima edición de su 'fiesta invernal' en la que el pago simbólico por la degustación de jijas y morcilla no restó ni comensales ni animación a una cita consagrada

La localidad terracampina alcanza la décima edición de su ‘fiesta invernal’ en la que el pago simbólico por la degustación de jijas y morcilla no restó ni comensales ni animación a una cita consagrada

 
El día no pudo ser más propicio. De esos duros y fríos por la mañana, con la pelusilla blanca que deja el relente al congelarse y un solillo al mediodía que se agradece casi tanto como un plato caliente.Desde hace nueve años, en Becerril celebran en torno a San Antón, el invierno. «Se trata de una  de las tres fechas en las que más se mueve el pueblo junto con San Isidro y el Pan y el Queso, y la recreación de finales del mes de julio», explicaba ayer Mario Granda, alcalde de la localidad.  
Lo que incluso antes de esos nueve años comenzó como un reparto de productos del cerdo, sin matanza ni nada más, pasó a ser posteriormente la Fiesta del Invierno, que ayer cumplió su décima edición con unos andares que testifican que serán muchas más. De hecho, se le han unido actividades como la eucaristía por San Antón, la bendición de los animales y la matanza de un cerdo en la Plaza, frente al Ayuntamiento.
Este año, dicho cerdo se fue para la casa de uno de los vecinos o visitantes de Becerril, puesto que la Asociación Deportiva Ya está Acá, que se encarga de aportar el gorrino y mostrar las partes tradicionales de la primera fase del sacrificio del chon, decidió sortearlo por medio de una rifa. «De esta forma también costeamos parte de lo que cuesta», explicaba uno de los miembros del colectivo que vendía las papeletas mientras a sus espaldas sacaban las vísceras del animal y en otra parte de la plaza repartían orujo de la tierra. «El de café va que vuela», comentaban en la mesa en la que a esa hora se repartía el brebaje alcohólico y minutos más tarde tendría lugar la entrega de lo que dio origen a esta fiesta: las jijas y las morcillas.
Al tiempo que la gente apuraba la degustación de orujos, conversaba al sol o se acercaba a la docena de puestos que se instalaron en los soportales de la plaza de Becerril, donde se cocía todo el mondongo era en el interior del Ayuntamiento. Allí, algunas de las integrantes de la Asociación de Amas de Casa de la localidad daban los últimos retoques a lo que todos estaban esperando: la manduca. «Llevamos desde el martes preparándolo, limpiando la cebolla, elaborando los aliños... las cebollas las han picado los alguaciles del pueblo. En total, son 300 kilos de cebolla como base para las morcillas, y 150 de jijas», comentaba una de las cocineras mientras una compañera echaba un ojo a las cazuelas, removía su interior y volvía a cerrar. «¿Cuantas raciones podemos sacar?», consultaba otra. «Unas 1.000», contestaron al unísono dos. Sin embargo su preocupación no era si estaría bueno, eso ya lo daban por seguro, sino si la clientela estaría a la altura dado que este año ha sido la primera vez que se ha cobrado. «Algo simbólico, un euro. Con eso no da casi ni para pagar donde se entrega la comida, pero así te evitas muchos problemas», explicó Granda. «Nadie se ha quejado, la verdad». Y lo cierto es que ese pago simbólico no frenó la expectación de unos vecinos que formaron una cola que se salía de la plaza. «Nada, vamos a dar una vuelta por el pueblo, para verlo y luego ya venimos, a lo que quede», decía un padre de familia ante la fila de comensales. «Ya llegamos al sol», celebraba una mujer.
Y por si fuera poco, Ya está acá,  también invitó a una degustación de platos de este tiempo. Contundentes, de invierno.
«Se trata de una celebración que se ha institucionalizado en la localidad y que es para todos y durante toda la jornada, con teatro por la tarde (Del Limbo) y discoteca para los jóvenes durante la madrugada. Y es muy colaborativa, dado que también los bares y los restaurantes preparan tapas y menús especiales, Doncel reparte orujo o Bresañ cervezas», concluyó el alcalde, enfundado en una capa castellana, acorde con el tiempo de ayer. Tiempo de matanza: frío y seco. De invierno invierno.