La Justicia es muy importante

ISRAEL GARCÍA- JUEZ
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Lesmes recuerda que el buen funcionamiento del sistema judicial incide directamente en la competitividad de un país

Siempre se ha dicho que la Justicia, si es lenta, ya no es tal y en España es lentísima. Fíjense al paso que va que hemos tenido que esperar hasta 2015 para que una fémina ocupe el puesto de fiscal general del Estado. Precisamente ella, Consuelo Madrigal, fue la encargada de realizar una semblanza de Carlos Lesmes, presidente del Tribunal Supremo y, por tanto, del Consejo General del Poder Judicial, el Gobierno de los jueces, e invitado estrella del desayuno informativo que celebró ayer la agencia de noticias Europa Press. Que nos contó de Don Carlos, que sabe escuchar, que es un interlocutor exigente y un hombre sereno, atributos muy valiosos para el que debe juzgar las acciones de otros hombres. Y ahora las de otros jueces, no les digo más.
Lesmes, ante un foro de profesionales liberales sacudidos por los acontecimientos en Grecia, proclamó la importancia de la Justicia, pues es una de las variables que marcan la competitividad de un país. Si hay muchas litigios, si hay una falta clara de predictibilidad en las resoluciones y, en definitiva, si axiológicamente el sistema no es justo, cualquier nación tiene un grave problema con unos de sus poderes fundamentales. 
En España no hay más que ver las múltiples variaciones que sufren todas las reformas realizadas en este ámbito y la imposibilidad de acordar un gran pacto que lo aleje lo máximo posible de las perversas influencias políticas. Con todo, Lesmes aseguró que los más de 5.000 jueces que tiene España no se rigen por criterios partidistas, pero yo digo que sería falaz afirmar que parte de su carrera profesional no depende de lo que sale del Congreso de los Diputados. Hay que seguir profundizando en las reformas, dotando a la Justicia de más medios, haciéndola todo lo transparente que sea posible y protegiendo a sus señorías de las innegables presiones que reciben, en función de lo que les toca juzgar. 
Así seremos un país más avanzado y en el que todos (concejales que exploran el humor negro, presidentes autonómicos que quieren independizarse, etarras que son avisados de que les van a detener, desahuciados y defensores de los mismos, por poner solo algunos ejemplos de la actualidad patria) sepan en todo momento donde están los límites de la ley para no conculcarla. En todo esto, España tiene todavía un amplio camino por recorrer pues, en muchos ámbitos legales, nuestras normas se remontan al siglo XIX.
A pesar de celebrar el evento en el Hotel Villa Magna de Madrid, el más lujoso de la capital, la asistencia de público fue más reducida de lo normal, pues ya muchos han decidido coger las toallas y seguir la actualidad desde otros puntos de la geografía nacional. No obstante, sí que acudió el presidente del Senado, Pío García Escudero, cuya carga efectiva de trabajo nunca es demasiado pesada, o Juan Manuel Cendoya, director general de Comunicación del Banco Santander, sobre el que los mentideros madrileños se preguntan si también sufrirá los cambios introducidos en el organigrama de la entidad cántabra por parte de la presidenta Ana Botín. 
Tampoco quisieron faltar a la cita algunos de los puntales de ayer y hoy de la Audiencia Nacional, entre ellos Ángel Juanes y su poblada barba, que debe dar ahora en verano un calor negro; Eduardo Fungairiño, ejemplo de dignidad de la Judicatura frente a la negociación con terroristas que llevó el expresidente Zapatero;o Eloy Velasco, sanamente empeñado en que ningún delincuente escape a la acción de la Justicia española por lejos que estén de nuestra querida piel de toro. También acudió Carlos Carnicer, que despierta menos pasiones entre algunos colectivos, sobre todo entre muchos que llevan toga; o Juan Antonio Sagardoy, recuperándose de una dolencia en la mano que le impediría encender chupinazos como buen navarrito que es. 
En los espontáneos corrillos que se formaban, el tema de conversación principal era Grecia, como se pueden ustedes imaginar. Entre nuestros dirigentes empresariales y altas instituciones muchos recordaban con bromas que el último heleno que se recuerda que diera un palo al agua era Sócrates, mientras que otros se relamían al pensar que la gran amenaza podemita tiene en el espejo griego su mejor antídoto. No es que diga Rajoy que nosotros o el caos, se podía escuchar entre algunos asistentes, es que Syriza es el ejemplo más claro de que un país puede quebrarse en cinco meses con los dirigentes apropiados.