La Comisión Territorial de Patrimonio Cultural autorizó en febrero de 2010 la actuación en La Tejada. El objeto del proyecto, hoy olvidado,  era  la adecuación de este yacimiento arqueológico, situado en las proximidades de Quintanilla de la Cueza. Las excavaciones, que se llevaron a cabo entre los años 1971 y 1978, dieron lugar al descubrimiento de una villa romana fechada entre el siglo II, al menos, hasta mediados del siglo V.

La finca fue adquirida por la Diputación, que levantó una nave cubierta que se  quería sustituir, además de crear servicios y otras dependencias museísticas de los que ahora carece.

El proyecto básico presentado define los parámetros técnicos y urbanísticos para la construcción de una nave de cubrición del yacimiento arqueológico, así como el acondicionamiento de la parcela donde se sitúa, cuya superficie es de aproximadamente 10.858,50 metros.

El uso es de Museo, conteniendo dependencias para recepción, aseos, sala de proyecciones y cafetería. La superficie cubierta del edificio principal es de aproximadamente 2.477 metros cuadrados y su altura máxima de 8,60 metros respecto a la rasante media del terreno. El edificio proyectado  en dos plantas y cinco burbujas donde se ubicarían diferentes servicios: recepción, aseos -uno de ellos adaptado-, sala polivalente, talleres, una sala de trabajo, una cafetería y una tienda. El yacimiento tendría  zona ajardinada, otra para parking, así como un edificio de instalaciones.

Independencia formal, diafanidad y flexibilidad de los espacios expositivos. En estos tres vértices apoyaba la arquitecta madrileña Rocío Rein su proyecto de adecuación de esta villa romana. Su equipo se alzó con el primer premio del concurso de ideas convocado por la Diputación con la colaboración de la Delegación en Palencia del Colegio Oficial de Arquitectos de León.

El equipo de arquitectos tomó como punto de partida el paisaje de Tierra de Campos, con el objetivo de integrar el yacimiento hasta conseguir que desapareciera en el paisaje. Se sirvían de elementos verticales, trabajaban las frecuencias de tránsito en el futuro edificio y se valía de la ambigüedad visual que confieren los distintos grados de transparencia de los materiales.

La Tejada  iba a seguir  los pasos de La Olmeda e iba a dejar de ser un mero yacimiento para convertirse en un espacio vivo, en el que los restos arqueológicos mantendrían su independencia formal y donde se dejaría  abierta, con el diseño definido, una posibilidad a que el yacimiento creciera  sin corsés.

Esta obra suponía una inversión próxima a  los siete millones de euros.

La Tejada es uno de esos fundi del siglo II que vivió su período de esplendor a mediados del siglo III, manteniéndolo en el IV y llegando a su decadencia ya en el siglo V. El nombre de la villa lo recibe del antiguo pago en el que fue descubierta.

Es un yacimiento que se descubrió en 1970, cuya excavación entre 1971 y 1978 dirigió Miguel Ángel García-Guinea, y que posee interesantes restos arqueológicos hispanorromanos. Entre ellos, destaca su colección de mosaicos y el conjunto de habitaciones con hipocaustos, un sistema de calefacción en el subsuelo de la vivienda, precedente de las glorias y del moderno suelo radiante. Entre los importantes mosaicos conservados destacan los de hojas cuatrípetas, el de las Cuatro Estaciones con bustos de cada una de ellas, el mosaico de octógonos y óvalos, el de los nudos de Salomón, el de las svásticas, el mosaico de los Peces, el de Neptuno, el de Leda...