El lado más religioso de la tradición

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El lado más religioso de la tradición

 

Pese a que la representación del Obispillo coincide con la celebración del día de todos los Santos, el acto en sí tiene mucho más que la encarnación de un Obispo pequeño que pide para los niños, sino que esconde toda un protocolo religioso con investimiento incluido, en el mismo lugar en el que toman posesión los prelados de la Diócesis: la Catedral.
         Una vez nombrado Obispillo, el Alejandro Muñoz, prelado por un día procedió con sus preces. En su discurso, Muñoz, de 11 años, rogó a Dios por los Inocentes «que dieron testimonio de Jesús, con su sangre, no de palabra, para que Jesús nos ayude a ser fieles y obedientes a su mensaje, de palabra y de obra ante los demás». Del mismo modo, el Obispillo pidió a Dios «que ha colocado a los niños los primeros en el reino de los cielos, que todos lleguemos un día, al banquete eterno». 
     Además recordó a Jesús, que en la infancia sufrió persecución y destierro, y le pidió para «que los niños que hoy sufren por el hambre, la guerra o la injusticia de los mayores, encuentren personas generosas que les traten con atención y cariño».
     No se olvidó el Obispillo de su Diócesis, y en la última de sus preces hizo referencia a los jóvenes palentinos, para quienes rogó que sean un ejemplo de tolerancia y respeto para todos los ciudadanos, vengan de donde vengan. 
     Siendo los Niños del Coro de la Escolanía los protagonistas finales de la Jornada, puesto que de entre ellos se elige cada año al Obispillo, dentro del programa de la celebración también estuvieron presentes los villancicos cantados por esta agrupación coral.
     Y para no ser infieles a la tradición, tras su nombramiento, el Obispillo salió a la calle para bendecir a los palentinos. Lo hizo a lomos de un caballo blanco, y acompañado por el resto de niños del Coro, recorrieron los metros que separan la Seo de la Plaza Mayor, donde fue recibido por la Corporación municipal.
     Como novedad este año, además de la montura del Obispillo, en la comitiva también iban dos pollinos que fueron los encargados de llevar las mandarinas que este año repartieron, junto con sus bendiciones, los Niños del Coro.
     Esta fiesta, de origen medieval, hunde sus raíces en el siglo X y llegó a Palencia hacia el año 1220, aunque no se tiene prueba documental hasta el 3 de noviembre de 1366, fecha de la que data el estatuto fundacional de la Escolanía de los Niños del Coro de la Catedra. Fue recuperada en 2009.