El arma que dispara al MenB

Raquel Santamarta (SPC)
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La enfermedad meningocócica invasiva tiene en la vacunología inversa la solución. Bexsero destruye y mejora la cobertura de cepas de una bacteria que puede llevar a la muerte en pocas horas

Con cinco años, Lucía Galán sobrevivió a una sepsis meningocócica que amenazó con segar su corta existencia. «La fiebre de 40 grados no me daba tregua», indicó sobre un lento paso de las horas que, con la entrada en escena de unas manchas rojizas en el abdomen y la rigidez de nunca, le llevó al servicio de Urgencias del Hospital Universitario Central de Asturias con un «pronóstico impredecible». El germen había llegado a su sangre. 

La meningitis marcó el camino de esta pediatra -conocida por su blog Lucía, mi pediatra- que, en el marco de una jornada organizada por GlaxoSmithKline (GSK), subrayó que «las vacunas han salvado 1.500 millones de vidas al proteger contra 15 enfermedades mortales y sus secuelas». «Entonces no había», aseguró recordando una travesía de «23 horas de soledad y una de vida al día, la de las visitas», en la que entendió que sería «médico de niños».

La enfermedad meningocócica invasiva es una patología grave que requiere de atención médica urgente y cuyo diagnóstico se puede confundir con facilidad. «Los síntomas de las primeras cinco horas son inespecíficos y pseudogripales, pero pueden progresar hasta la muerte en menos de 48 horas», aclaró Miguel Ángel González, del departamento médico de GSK, haciendo hincapié en que “un 10 por ciento fallece y hasta un 20 por ciento de los supervivientes sufre discapacidades» como lesiones cerebrales, amputaciones y pérdidas auditivas. Así, aunque un estudio elaborado por Ipsos Healthcare revela que tres de cada cuatro padres sitúan la meningitis entre las tres enfermedades que suponen un mayor riesgo para sus hijos, «solo un 29 por ciento sabe cómo se contagia», según advirtió Ana Gutiérrez Berlinches, analista de GSK, apuntando a las secreciones respiratorias de un portador o una persona infectada.