Las relaciones entre Israel y Palestina vuelven a sufrir un revés. Ambos territorios protagonizan continuos altibajos en su convivencia y esta semana la tensión diplomática resurgió con fuerza tras el anuncio de Tel Aviv de que construirá nuevos asentamientos en Jerusalén este. La situación se agravó ayer aún más después de que las Fuerzas de Seguridad hebreas abatieran durante un tiroteo a un musulmán sospechoso de participar en un atentado contra un conocido activista judío de extrema derecha, Yehuda Glick, quien resultó herido de bala en el cuello, el pecho, el abdomen y la mano y está grave.
El ala armada de la Yihad Islámica, las Brigadas de Al Quds, identificó al fallecido como uno de sus miembros, Mutaz Hijari, de 32 años, que murió durante un tiroteo en el barrio jerosomilitano de Abu tur después de negarse a ser arrestado durante una operación en su vivienda. Hijazi había pasado los últimos 11 años en cárceles israelíes hasta que fue liberado en 2012 y las autoridades hebreas creen que se trataba del autor del ataque contra Glick, un rabino que aboga porque los judíos no solo puedan visitar la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, sino que puedan rezar y celebrar oficios religiosos en su interior.
El Gobierno de Benjamin Netanyahu condenó el ataque y anunció el cierre de dicho lugar sagrado, situado en la Ciudad Vieja, tanto para israelíes como para musulmanes, por miedo a que se extendiera la violencia. De hecho, las Fuerzas de Seguridad se concentraron en la zona y se reforzó la vigilancia en toda la localidad, ante el temor a posibles actos de venganza de los hebreos más radicales, pero también enfrentamientos con los árabes. La orden, que se levantó a lo largo de la tarde, fue descrita de «declaración de guerra» por la Autoridad Palestina, ya que, según consideró, se trata de una «línea roja» que el Ejecutivo de Tel Aviv «no debe traspasar».
Nabil Abu Rudeineh, portavoz del presidente, Abu Mazen, advirtió de que «atacar los lugares sagrados para los musulmanes y cristianos es una línea roja» y agregó que «no permitirán que se cruce». Por ello, insistió en que se trata de una «declaración de guerra» y una «agresión», al tiempo que culpó al Ejecutivo judío de la escalada de violencia en Jerusalén. Israel no cerraba la Explanada de las Mezquitas desde el año 2000. Fue cuando el entonces primer ministro hebreo, Ariel Sharon, se desplazó hasta la zona. Esta visita desencadenó una ola de violencia que ahora quieren evitar las autoridades locales.
Netanyahu salió al paso para pedir calma. «Ninguna de las partes debería tomarse la justicia por su mano. Necesitamos actuar ahroa con sangre fría, responsabilidad y determinación, y eso es lo que haremos», subrayó. Sin embargo, y a pesar de ese llamamiento a contener los enfrentamientos, aprovechó su comparecencia para acusar a Palestina de sumarse a la «incitación» de la violencia junto a «elementos radicales islamistas».
El ministro de Defensa, Moshe Yaalon, consideró que Mazen es corresponsable de lo ocurrido, al señalar que difunde mentiras sobre los derechos de los hebreos a vivir en Israel y ejercer su religión, ya que, recientemente, el líder palestino pidió que se evitara por todos los medios el acceso de judíos al lugar.