Bienvenida a la familia

Carlos H. Sanz
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La ganadería de Simón Caminero celebra el herradero de medio centenar de reses bravas en su finca de La Cigoñera

Bienvenida a la familia - Foto: Sara Muniosguren

La finca La Cigoñera, la casa de la ganadería de Simón Caminero ubicada entre Carrión y Villanueva del Río, celebró ayer una de las tradiciones más arraigadas en el mundo de toro, el herradero o la identificación de las reses bravas nacidas en 2018 y que este año serán protagonistas en las plazas, los festejos taurinos o, en el caso de las hembras, permanecerán en la ganadería para criar nuevos ejemplares.

Una labor que tiene parte de celebración, ya que además de ser una jornada de duro trabajo -en el proceso de marcado participan más de una docena de personas- es también un encuentro de amigos y familiares como si de un bautizo, con fuego en vez de agua, se tratase. María Jesús, la esposa de Simón, cumple a la perfección la labor de anfitriona.

La liturgia del herradero es siempre la misma. Comienza con la separación de los becerros nacidos el último año de sus madres y, uno por uno, pasan al cajón, un compartimento que inmoviliza al astado para que los mozos trabajen sin peligro. 

Siempre bajo la atenta mirada del veterinario, uno a uno se van aplicando en el animal los hierros calentados previamente al fuego. En primer lugar, el hierro distintivo de la ganadería, en este caso la letra C, y a continuación los que indican la pertenencia de la ganadería a la Asociación de Ganaderos de Reses de Lidia (E) y el dígito del año en que nacieron (8 en el caso de ayer). Por último, se numera cada ejemplar, comenzando desde el 1.

Todo se hace de la forma más rápida posible para causar el menor trastorno al animal, y tras aplicar el cicatrizante, el becerro sale del cajón para descansar y seguir viviendo en el pardo. 

Así se hizo ayer en La Cigoñera con 27 machos y 20 hembras, en todo momento bajo la atenta supervisión de Simón Caminero, a quien ni la edad ni el revolcón que hace unos meses le dio una vaca -le partió el fémur y le pinchó la otra pierna- le impidieron participar de esta tradición taurina.

«La gente mayor como yo, no sabemos otra cosa. Aquí estoy, escayolado, aunque también te digo que si tuviera 20 años hubiese estudiado para arquitecto o médico. Pero los mayores moriremos en la finca como le ha ocurrido a Juan Carlos Aparicio o Antonio Pérez...», explica con orgullo en la mirada.

Caminero confía en que la temporada sea mejor que la del año pasado. «Fue muy dura porque estamos presentes en los festejos populares de los pueblos más grandes de Castilla y León -como Cuéllar, Medina del Campo o Portillo-, tanto en encierros por el campo y como por las calles y dan mucho trabajo», señala.

«Pero es en lo único que se gana dinero, ya que en las plazas entre que o no va nadie o ponen a tres figuras juntas en el cartel, apenas queda dinero a repartir en la taquilla. Esperemos que este año los carteles se repartan mejor e introduzcan más toreros de segunda fila -que no significa que toreen peor que las figuras, a veces todo lo contrario- y así haya negocio», comenta el ganadero.

«Este año los sementales son francamente buenos -proceden de una de las ganaderías insignes del campo charro, como es la de Hermanos García Jiménez, puros Jandilla- y están saliendo buenas crías que deben de embestir», comenta ilusionado.