Se conocieron en tiempos difíciles, en plena postguerra. Eran años en los que todo escaseaba, más aún en el medio rural: la comida, el trabajo y hasta la salud. Mejor dicho, casi todo, pues seguía vivo el amor, el cariño y el afecto de los jóvenes de una tierra curtida como pocas que lucharon por salir adelante. Valientes que pelearon contra viento y marea para asentar las bases de un proyecto de vida junto a sus parejas, formar una familia y echar raíces en la comarca.
Fueron paso a paso, sin prisas, pero con las ideas muy claras. La mayoría se conocía desde la infancia, algunos ya compartían amigos y otros intercambiaban miradas cómplices desde que eran mozos. Para otros, lo que les unió fue un flechazo, una mirada fugaz que les unió para siempre.
A todos ellos tributó un homenaje recientemente el Ayuntamiento de Santibáñez de la Peña con motivo de la festividad de San Joaquín y Santa Ana en una emotiva ceremonia en la que los grandes protagonistas fueron ocho matrimonios (se cursó invitación a una quincena, pero muchos no pudieron acudir por motivos de salud) que debían cumplir un requisito indispensable: tener los dos, al menos, 83 años. Una cifra que no se tomó a la ligera, pues son los mismos años con los que contaba el municipio (ahora tiene 84) cuando comenzó a gestarse esta entrañable iniciativa.