La puerta grande se abrió para Ponce gracias a su bien torear

Manolo Illana
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Cartel atractivo. El de Chiva destacó en el conjunto de la tarde sobre Miguel Ángel Perera, que cortó una meritoria oreja al quinto, y Alejandro Talavante que tuvo que conformarse con ser aplaudido

Como era de esperar, la plaza presentaba un aspecto distinto al de los días anteriores. No es que estuviera casi llena, tal y como podría suponerse dada la categoría del cartel. El viento otra vez quiso cobrar protagonismo pero no lo consiguió, aunque sí que molestó en distintas fases de la lidia. Los tendidos presentaban ese aspecto de cuando el paseíllo lo hacen los nombres importantes del escalafón para lidiar toros de una de las ganaderías más que conocidas.
Era el tercer festejo de una feria que, poco a poco, tiene que ir ganando el nombre y prestigio que tuvo no hace mucho y de seguir así por este camino pronto, seguro, lo va a conseguir. Será bueno para todos, fundamentalmente para que el nombre de esta ciudad recupere ese sitio que tuvo en el mundo de los toros. La feria de San Antolín, con tardes como la de ayer, seguro que volverá a ser lo que siempre fue.
Abría cartel el maestro, nunca mejor dicho, Enrique Ponce. Tan joven y tan torero, por no decir que más, que cuando tomó la alternativa hace más de veinticinco temporadas. Un  Ponce que  ayer en Campos Góticos volvió a demostrar que  sigue en la brecha, dando la cara y más cosas por seguir ocupando ese sitio de privilegio que siempre ha tenido. Parece mentira, pero es verdad que son muy pocos los casos que en la tauromaquia se han dado que con esa antigüedad se siga estando al frente de hechos tan reales con el bien torear una tarde sí y la otra también. A sus manos tuvo que ir a parar la primera oreja de la tarde en el que abrió plaza, tras una fuerte petición no entendida desde el Palco. No pudo tener brillantez con el capote ya que el de Alcurrucén no se lo permitió. La faena no pudo tener mejor principio toreando sobre la mano derecha. El público lo vio, lo entendió y lo aplaudió como se aplaude a las cosas buenas y bien hechas. Es un lujo ver torear tan bien como Enrique lo hizo. Una faena, esta su primera, que fue a más desde el principio con un final más torero imposible. Ponce tuvo que saludar desde el tercio después de una fuerte petición. 
A sus manos fueron a parar las dos orejas de su segundo después de una faena brindada al público, llena de esa torería tan distinta, tan clásica y natural como casi todo lo que Ponce hace en el ruedo. Entendió perfectamente el comportamiento del de Alcurrucén dándole la lidia adecuada en cada momento. Series largas, ceñidas, bellas y, sobre todo, muy toreras. Ponce vino a  por el triunfo y se lo llevó con la verdad de su toreo. Queremos a Ponce mucho tiempo vestido de luces. Gracias.
Miguel Ángel Perera también cortó con fuerza la oreja al segundo de su lote en una faena plena de dominio y quietud, pisando esos cercanos terrenos y toreando con esa quietud tan difícil y que tanto gusta. Vimos en este toro al Perera que todos queremos ver. Toreando y templando esas embestidas tan difíciles en muchas ocasiones. Faena en medio metro cuadrado y sin enmendar la figura. Había sido aplaudido ya con fuerza a la muerte de su primero, en el que intentó su toreo pero el toro no acabó de permitírselo.
A manos de Talavante fue a parar el lote menos propicio para expresar su toreo. A pesar de ello momentos hubo en los que aparecieron esas formas tan distintas y espontáneas de torear. El público así lo entendió y lo aplaudió con fuerza en la despedida. 
 
Toreros
Enrique PONCE. De grana y oro. Saludó desde el tercio después de una fuerte petición a la muerte de su primero, de una estocada casi entera en la suerte contraria. Escuchó un aviso. Cortó con fuerza las dos orejas del cuarto, al que en la suerte natural mató de casi entera y descabelló tras aviso.
Miguel Ángel PERERA. De verde botella y oro. Aplausos en su primero, al que pasaportó en la suerte natural de estocada casi entera. Cortó una oreja de su segundo, al que mató de estocada entera ligeramente caída y dos descabellos. 
Alejandro TALAVANTE. De tabaco y oro. Silencio a la muerte de su primero, al que mató de pinchazo, casi entera y descabello. Aplausos en el sexto, tras pinchazo y estocada entera y dos descabellos. 
Incidencias
De nuevo tarde ventosa, perjudicial para el buen toreo. Pero parece que hay que acostumbrarse en estos sanantolines. Dos tercios de entrada, la mejor, hasta el momento, de la feria.
 
GANADERIA
‘Alcurrucén’. Ganadería de prestigio reconocida a todos los niveles y apetecida desde hace bastantes años por la figuras del toreo. Sus propietarios, los hermanos Lozano, han tenido y siguen teniendo el lujoso detalle de continuar con la rama de Núñez, tan importante toda la vida taurina. El encierro de ayer estuvo en la línea de esa casa y ese encaste.