El aprendiz de estafador

AGENCIAS
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La palabrería, los coches caros, una buena apariencia y, quizás algún que otro 'padrino desconocido', permitieron al 'pequeño Nicolás' acceder a los círculos más exclusivos

El aprendiz de estafador

En el timo, esa modalidad delictiva tan española en el que las víctimas favorecen el engaño con su avaricia, siempre ha habido clases. A pesar de vivir en la época de la tecnología, aún hay delincuentes que utilizan estampitas como Tony Leblanc en Los tramposos. Otros han sofisticado un poco más el sistema y ofrecen suculentos premios de Lotería a través del correo electrónico, en un tocomocho 2.0. Sin embargo, la gran estafa, esa que da pie a superproducciones de Hollywood como Atrápame si puedes, está al alcance de pocos, debido a que necesita una gran puesta en escena con disfraces, ingenio y, sobre todo, mucho morro. Tanto como para vender el mítico Puente de Brooklyn o la Torre Eiffel.
Sin llegar aún a ese punto, ya que, de momento, no tiene delitos a sus espaldas, Francisco Nicolás Gómez Iglesias, el pequeño Nicolás, como le bautizaron las redes sociales o Fran, como se le conocía sus poderosos amigos, o Franki a secas para las amistades estrechas, ha protagonizado en los últimos años una vida de película que solo parece haber acabado con la detención policial que destapó sus mentiras. Una buena dosis de palabrería, apariencia formal, un puñado de fotografías y coches de lujo le bastaron al joven aprendiz de Frank Abagnale Jr. -el protagonista del filme de Spielberg-, quien, antes de cumplir 19 años, consiguió millones de dólares haciéndose pasar por piloto de una empresa aérea, por médico y por abogado, para colarse en los círculos económicos, políticos y sociales más exclusivos de España.
Con «una florida ideación delirante de tipo megalomaníaco», tal y como aseguró la jueza que lleva su caso, que «tampoco acierta a entender cómo un joven de 20 años, con su mera palabrería, pueda acceder a los actos a los que entró sin alertar a nadie», Francisco Nicolás se hizo pasar por agente del Centro Nacional de Inteligencia, asesor de la Vicepresidencia del Gobierno, enlace con la Casa Real, conseguidor empresarial, ahijado del secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, y así un largo etcétera. Incluso la rumorología desatada tras su detención señala que en la noche madrileña no dudaba en presentarse como hijo ilegítimo del Rey Don Juan Carlos. De hecho, los momentos más álgidos de su relato están relacionados con la Casa Real. El pequeño Nicolás consiguió entrar en la recepción ofrecida por Felipe VI tras su proclamación. Apenas unos meses después, prometió que el Monarca acudiría a comer a Ribadeo (Lugo); una cita que convocó a prensa, políticos locales y a un cordón de seguridad. Al final, solo apareció él en el restaurante reservado. La tercera historia solo se conoce por sus palabras y se ignora, por tanto su veracidad. Al parecer, llegó a llamar directamente a Don Juan Carlos para ofrecerse como mediador en los problemas legales de la Infanta Cristina y su marido, Iñaki Urdangarín.
Historias todas que parecen una mera fabulación, pero que él sigue manteniendo como verídicas. Por ello, sus abogados insisten en que todas sus relaciones en las altas esferas de la política, la Casa Real e, incluso el CNI (curiosamente, fueron agentes de Asuntos Internos quienes investigaron el caso) que esgrimió ante la Policía y la jueza, son reales. Algunos de los empresarios con los que contactó en su día, y a los que intentó asesorar a cambio de una suculenta cantidad monetaria, respaldan esa versión. «Tenía cualquier dato que le pidieras. Y accedía a bases de datos de matrículas o direcciones», explicaba uno de los implicados a un medio nacional. Puede que las andanzas del pequeño Nicolás solo acaben de comenzar...