Etxeberría, de principio a fin

Alberto Moreno
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Nunca un favorito había logrado desafiar al pelotón y resto de candidatos y ganar; nunca se había subido en las condiciones tan adversas San Glorio; nunca, en la nueva etapa, un ciclista dominó la general de principio a fin; nunca un líder atacó en la última etapa, en la que tocaba defenderse, y tampoco nunca fue confundido de carrera.La edición de las bodas de oro de la Vuelta a Palencia fue diferente, tanto como su maillot, en este caso dorado.

Víctor Etxeberría, el Perdigón de Estella, escribe su nombre con letras de oro en la edición más especial de la Vuelta a Palencia, la del cincuenta aniversario. Ganó porque fue el más fuerte, el que mejor leyó la carrera, el más valiente y generoso en el esfuerzo, pero también el más compañero, al rebajar de guardia a sus compañeros de equipo en la última etapa en la que tocaba currar para mantener el maillot dorado.

Como no hay mejor defensa que un buen ataque, el navarro se metió ante la sorpresa general en una fuga de cinco corredores junto a Portela, Mediero (Froiz), Tirilonte y Ryabkin. Sorprendió a todos con el pie cambiado. Le querían meter presión en una etapa nerviosa por el fortísimo viento y fue el propio líder el que atacó. Valiendo el símil futbolístico, era buscar la remontada, la heroica, y recibir un gol a las primeras de cambio. Lógicamente, tampoco se desgastó Etxeberría en el quinteto puntero. Liberó trabajo a sus compañeros, que ya no tenían que controlar la carrera, y se quitó nerviosos al caminar por delante en previsión de abanicos por detrás.

Así que lo que se presumía como la batalla final en los páramos burgaleses junto a Astudillo, se convirtió en un plácido paseo del mejor corredor de la ronda. Pero surgió lo inesperado. Una confusión en el recorrido enviaba al quinteto de punta por una carretera diferente camino de Los Balbases. Aplicando a rajatabla el reglamento que indica que «los corredores deben conocer el recorrido» podía haber perdido la Vuelta a Palencia al circular por otros caminos, pero los jueces, con buen criterio, no aplicaron a rajatabla el libro, lo que sí hicieron, por cierto, con la moto de La 8.

Carrera neutralizada, toma de tiempos y reanudación con las mismas diferencias con las que los corredores fueron llegando al punto de la neutralización. Todo ello desarrollado en media hora, el retraso en la meta en la capital palentina, en una Avenida Santiago Amón con más público que nunca, prueba inequívoca que la Vuelta a Palencia engancha.

El viento mientras tanto seguía haciendo de las suyas y se cobró víctimas, además del pódium, cediendo la segunda y tercera plaza, respectivamente Santos (Rías Baixas) y Díaz (Extremadura), quedando de esta manera segundo en la general Enric Mas (Specialized), el gran favorito al inicio de la ronda y el gran derrotado tras la exhibición de la primera etapa de Víctor Etxeberría.  En el ciclismo, aparte de tener piernas hay que tener cabeza y saber leer las carreras. De los errores se aprende.

Tras ser neutralizado el quinteto de punta, la única emoción e ilusión se centraba en el ganador de la etapa. Ilusión porque en el paquete puntero estaba el palentino Ángel de Julián, muy buen sprinter, pero una caída entre Monzón y Husillos le privó de esa posibilidad.Cuando menos, se llevó el maillot de las metas volantes. En los kilómetros finales, Aramburu arriesgó y ganó en solitario con dos segundos sobre el grupo del líder.