El día que se presentaban los carteles de San Antolín 2014, la coincidencia de los aficionados era casi total a la hora de calificar la corrida de esta tarde como la más rematada del ciclo.

En una feria con ausencias significativas no cabe duda que constituía una bocanada de aire fresco el anuncio del regreso de uno de los mejores toreros del actual escalafón, Alejandro Talavante, pese a que el sistema y el teórico G-5 han derivado en su ausencia de algunas plazas en las que por méritos debía haber estado obligatoriamente.

Uno, que es talavantista confeso, ha disfrutado esta temporada de actuaciones para el recuerdo -Madrid incluido-, pese a que la espada arrebataba triunfos sonados, pero ahí quedaban las sensaciones.

Como las de  El Cid en este coso talismán de Palencia. Un profesional como la copa de un pino que a pesar de las zancadillas de algunos agoreros sigue en la pomada por méritos propios ratificando hace escasas fechas en Bilbao con los victorinos su poderío, como en su día con su indulto en Albacete. Un poderío que también tiene Sebastián Castella, otro de los grandes del escalafón que ha pasado de los famosos «G» reivindicándose cada tarde por su cuenta en los ruedos.

Los toros, de Benjumea. La pasada semana indultaba El Fandi uno de ese hierro en Antequera. Que dure.