La sonrisa y las colas de los caballos

Óscar Herrero
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Los tres cuartos de entrada en la corrida de rejones demuestran que este tipo de lidia, y la de Pablo Hermoso en concreto, agradan mucho en Palencia. Los aficionados disfrutaron con el espectáculo y se volcaron con Barcenilla en su alternativa

Tendidos abarrotados en Campos Góticos ayer. - Foto: Oscar Navarro

Colas y más colas. El de ayer fue el día de las colas en la Plaza de Toros. Era la jornada de toreo a caballo y, por tanto, en el albero era claro que se iban a ver. Unas más largas, otras más cortas, unas recogidas y otras al aire como melenas al viento. Colas, las de los equinos que afortunadamente para la Fiesta (y suponemos que también para la empresa) no fueron las únicas. Porque ya antes de entrar en los tendidos se notaba que el día era especial. Había largas filas de personas ante las taquillas de la Plaza para hacerse con las entradas que les dieran derecho a ver un espectáculo que gusta y gustó ayer mucho en Palencia. No se llegó a agotar todo el papel, pero la entrada fue la más fuerte de toda la Feria. Por ello, las colas se volvieron a ver en la barriga del coso: ante la puerta de los aseos y delante de la barra de los bares.
Ayer se respiraba otro aire. Era de alegría, de ganas de disfrutar... y, no lo vamos a negar, de ayudar a un paisano a despegar. Tomaba la alternativa Barcenilla, que vive a caballo -y nunca mejor dicho- entre Saldaña y Herrera de Pisuerga. Precisamente el alcalde de esta localidad, Luis San Millán, pudo ver como se doctoraba su convecino desde uno de los burladeros del callejón, junto al director general de la Policía Nacional, Ignacio Cosidó, gran aficionado a los caballos, y el presidente de la Diputación de Palencia, José María Hernández.
No estaba el alcalde de Saldaña, Miguel Nozal, donde también vive Barcenilla, que a última hora no se pudo desplazar. En cualquier caso, Barcenilla, en reconocimiento a sus dos pueblos, tomó sus colores (el verde y blanco, de Saldaña, y el rojo y blanco, de Herrera) para sus banderillas.
El público, que pasó ayer calor (algunos lo combatían descamisados, otros con  cartulinas sujetas en  gafas o con paraguas con leyendas tan taurinas como I love London), estaba volcado con el palentino que no dudó en pedir consejo con la mirada a Hermoso de Mendoza cuando no lo vio claro al matar. Los tendidos valoraron el esfuerzo del local y le premiaron con una oreja. En su paseo, recibió un rosario de tierra santa, entregado por el capellán de la Plaza, Raúl Muelas.  Incluso en el último toro, cuando Héctor pinchó tres veces sin éxito, los aficionados fueron benévolos. A otro le hubieran silbado, pero a uno de la tierra... Como curiosidad, Barcenilla, antes de enfrentarse al último de la tarde, se santiguó tres veces, besó una imagen y tocó las dos orejas de su compañero Napoleón. No hubo suerte.
Pero no lo duden. A quien ayer se quería ver, por encima de todo y todos, era a Pablo Hermoso. «¡Vamos Pablo!», fue el grito de guerra de los aficionados. De la barrera a la fila 23. Cosidó, sonreía y miraba al suelo negando con una sonrisa «Qué fácil lo hace todo», parecía decirle al alcalde de Herrera. Con los  tendidos extasiados, y entre que el toro caía y no caía, a Pirata no se le ocurrió otra idea que acorralar al astado y morderle los cuartos traseros. El delirio...
 Los rejones mueven mucha gente de esta provincia... Bueno, de esta provincia y de las de los alrededores, como lo demuestra que ayer, en la barrera estuviera -como otros años- el alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva. Si hubiera querido le hubiera dado tiempo de sobra, como al resto, para comerse el bocadillo tranquilo, puesto que hubo que esperar al cuarto bis para retomar el festejo. 
El segundo toro de Pablo salió a toda prisa y chocó contra el burladero del 3. Seco. Así quedó el astado ante el estupor del público que aún daba cuenta del refrigerio y que juraba no haber visto algo tan fulminante en Palencia en mucho tiempo. El centauro navarro ni se inmutó. Movió el árbol de Campos Góticos con su toreo a caballo y de él cayeron otras dos orejas. 
Redondeó el gozo la actuación de Moura Junior. No tuvo el mismo eco que la del rejoneador estellés, pero los aficionados valoraron y disfrutaron con las lidias del luso que en tres comparecencias en Palencia ha salido dos veces a hombros. 
El público, feliz. Hubo hasta amago de ola, como en el fútbol. Esperemos que la felicidad continúe hoy con el regreso del abono.