En el comienzo de la verdadera Liga de Campeones, con la esencia de la vieja Copa de Europa, quienes tienen tomada la medida a la competición (los que fueron campeones de grupo) mantienen la inercia: seis de los ocho partidos terminaron con resultado favorable para el visitante (tres victorias y tres empates) y los otros dos se sellaron con victorias mínimas.
PSG-Chelea. La importancia de tener una buena portería (coloso Courtois)... y una buena defensa: en el gol del Chelssea, centró Terry, prolongó Cahill y remató Ivanovic. Tres zagueros ponen al equipo de Mourinho en ventaja.
Shakhtar-Bayern. ¿Y si los veloces e imprevisibles ‘brasileños ucranianos’ hacen un gol en el Allianz? No es tan inverosímil: el Shakhtar es el máximo goleador de la competición. El 0-0 pone a Guardiola en alerta.
Schalke-R.Madrid. Todo según el guión... por un centímetro: Platte estrelló el balón en el larguero de Casillas y, dos minutos después, Marcelo la clavó en la escuadra. Ese centímetro acerca al campeón a cuartos de final con paso firme.
Basilea-Oporto. Lopetegui hace soñar a los portugueses con la siguiente ronda. El 1-1 se le quedó corto: disparó a puerta en 15 ocasiones... mientras que solo recibió uno, el del gol suizo. La eliminatoria, cuestión de puntería.
City-Barcelona. En tres actos: la redención de Suárez (lleva en Champions los mismos goles que en Liga); la portentosa exhibición de Messi, que sin embargo dejó con vida al City con el doble fallo del último suspiro; y el gol para la esperanza de Agüero, el único con chispa en un equipo que no sabe jugar sin la pelota.
Juventus-Dortmund. Morata marcó el camino, pero Reus (siempre él) anotó el gol que convertirá el Signal Iduna Park en la habitual caldera de las grandes citas.
Leverkusen-Atlético. El campeón español eligió el peor día para firmar su partido más nefasto. Lo mejor, y es duro decirlo, haber encajado solo un tanto. Dos sancionados (Godín y Tiago) para una vuelta más que peligrosa.
Arsenal-Mónaco. Suicidio en toda regla de Wenger y los suyos: la velocidad de los galos, el equipo menos goleado de la Champions, los destrozó.