Son ilegales en cualquier ámbito, pero especialmente penadas durante la conducción. Y sin embargo, los datos facilitados por la DGT muestran que el consumo de drogas está más extendido de lo que pudiera parecer. 

Porque, por primera vez desde que comenzaran a hacerse pruebas de consumo de estupefacientes a los conductores (en 2012), los positivos por la presencia de estas sustancias  en el organismo de quienes están al volante son más numerosos que los de las alcoholemias. Hasta mediados de este mes de diciembre, se denunció a 506 conductores por positivo en alguna (o varias) de las drogas que detecta el drogotest (anfetaminas, metanfetamina, MDMA, cocaína, opiáceos, cannabis o benzodiacepinas). En cambio, los positivos por alcoholemia alcanzaban los 413, ligeramente por debajo de los del año pasado (a falta de las dos últimas semanas de 2018).

En cuatro años, desde 2015, el número de positivos por drogas se ha duplicado, pasando de los 200 registrado en aquella anualidad, según los datos facilitados por la DGT, a los 506 provisionales de este ejercicio. En ello ha tenido que ver la toma en conciencia por parte de las administraciones de que la presencia de drogas sobre el asfalto es un peligro de primer orden como lo es el alcohol. El pasado mes de julio, el subdirector adjunto de Investigación de la DGT, Juan Carlos González, reconocía que «las cifras son  preocupantes». 

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