La indiferencia inglesa

AGENCIAS
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La campaña británica favorable al 'no' a la independencia de Escocia, centrada en los argumentos económicos y esquiva con la cuestión cultural, no logra suscitar interés

La indiferencia inglesa - Foto: DYLAN MARTINEZ

 
Los escoceses decidirán este jueves sobre una de las cuestiones más importantes de la política británica moderna: poner fin o no a más de 300 años de pertenencia al resto del Reino Unido. Pero el referéndum en el que harán oír su voz parece dejar indiferentes a sus compatriotas británicos. 
Así, el pasado mes de febrero, el diputado Rory Stewart lanzó en Westminster una apasionada petición a sus colegas, rogándoles que se levantasen y le dijesen « love you (te quiero)» a Escocia antes de que votasen sobre la independencia. 
«Como escocés que representa a un distrito inglés, en los últimos años estuve convencido de que era el mayor asunto de la política británica en la era de postguerra», afirmó la semana pasada, a tan solo unos días de la votación. 
Pero cuando Stewart habló ante los diputados la Cámara de los Comunes esta estaba prácticamente vacía y apenas ningún medio informó sobre un discurso que una web política describió como «el tipo de retórica emocional necesaria» para poder convencer a los escoceses de permanecer «en una unión de naciones». 
La campaña unionista Better Toghehter (Mejor juntos) ha sido criticada a menudo por lanzar un mensaje «negativo» a Escocia, centrado en los argumentos económicos, y recalcando que estarán peor sin el resto del Reino Unido si votan sí a la separación. 
«En lugar de estar dirigida por políticos, debería haber intentado movilizar a la población civil y tendría que haber aprovechado más la identidad compartida que existe entre escoceses y británicos, apuntó el diputado. 
Sin embargo, los famosos se han mostrado muy reticentes a apoyar la campaña unionista, mientras que la mayor parte de los periódicos londinenses se han negado también, hasta hace poco, a salir en favor del no. 
«Podría entender que (la gente y los editores) no respalden a los conservadores, los laboristas o los liberales (...) pero no ser capaz de decidir si te importa el tamaño de tu país, sencillamente es....», afirmó Stewart frustrado. 
«Un millón de personas se manifestaron contra la guerra de Irak, casi un millón a favor de la cacería del zorro», añadió. «Deberíamos haber sido capaces de hacer más para mantener junto al Reino Unido», sentenció. 
De hecho, la indiferencia mostrada por los ingleses y su falta de apego emocional hacia sus vecinos sorprendió a los escoceses. «Se dice que los votantes británicos están confundidos, tristes, enojados por no tener capacidad de decisión en el futuro del Reino Unido, despectivos o comprensivos con los derechos de Escocia», escribió hace unos días el jugador de criquet británico Ian Bell en el diario escocés The Herald. 
«Pero no están comprometidos», resaltó. En lugar de eso, «la actitud parece ser más bien la que se muestra a favor de que sus compatriotas pueden irse si quieren -para mejor o para peor- y que nada importante cambiará». 
 
CANSANCIO CIUDADANO. El ambiente en las calles londineneses da la razón a este deportista. «Si quieren irse, que lo hagan», opinó Kate Hallett, abogada de 30 años de Cheshire. «Siempre están quejándose. Yo he dejado de escuchar las noticias porque estoy harta de oír hablar del referéndum». 
«Me gustaría que se quedasen, pero no creo que nos afecte mucho», aseveró Sophie Chambers, de 42 años. «De todas formas, la mayor parte de la gente habla de Inglaterra para referirse al Reino Unido». 
Según Stewart, esta no es la manera de ganar los corazones y votos de los escoceses. «Esto es como un matrimonio o una relación», sentencia. Si una persona está saliendo por la puerta, la otra tiene que decir algo. No pueden quedarse sentados y mantener: No nos importa, depende de vosotros, o peor aun: No podréis sobrevivir sin nosotros». 
«Eso no funciona. Tienes que decir te quiero», aseguró el diputado, que considera poco realista pensar que un voto a favor de la independencia no tendrá consecuencias catastróficas para el resto de los británicos. 
Además de la inmediata incertidumbre política y económica, el Reino Unido se pasaría los próximos 10 años discutiendo sobre la división de bienes y deudas, una posible unión monetaria y un mayor traspaso de competencias para las otras regiones, advirtió.