Amanecía el 1 de septiembre de 1939 cuando el buque alemán Schleswig Holstein recibió orden de atacar el fuerte militar polaco en la península de Westerplatte, en Gdansk. El estruendo de las bombas esa madrugada de hace hoy 75 años inauguraba una de las peores tragedias en la Historia de la humanidad.
La invasión nazi de Polonia, inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), siguió casi simultáneamente con el bombardeo de la Luftwaffe alemana a la pequeña ciudad polaca de Wielun. Cientos de civiles aún dormidos se convirtieron en las primeras de las cerca de 55 millones de víctimas que dejó el conflicto en todo el mundo.
La propaganda germana presentó la invasión como respuesta al ataque a una estación de radio fronteriza, perpetrado en realidad por soldados nazis en uniforme polaco.
«Desde las 05,45 horas se está respondiendo al fuego», anunció Adolf Hitler en las ondas, en una de las frases más famosas de la Historia alemana. Los bombardeos habían empezado en rigor una hora antes.
El avance de Berlín fue mucho más veloz de lo esperado.
Además, el Ejército Rojo invadió el este de Polonia el 17 de septiembre. La razón oficial era proteger a los ucranianos y bielorrusos que vivían en la región. Pero, en realidad, Alemania y la Unión Soviética se habían repartido el país en un protocolo adicional a su pacto de no agresión.
Los primeros pasos. Inglaterra y Francia declararon la guerra al país germano dos días después, pero Varsovia fue abandonada en gran parte a su suerte. El infierno que vivieron ya desde los primeros días de conflicto el país y su población -considerada infrahumana en la ideología racista nazi- anticipó el que sacudiría al mundo los años siguientes.
Además de deportar y matar a numerosos representantes de la élite polaca, sobre todo en los territorios del oeste anexionados a Alemania, la ocupación nazi asesinó, desde el comienzo, a judíos que antes de la guerra representaban un 10 por ciento de la población polaca: la mayor diáspora del colectivo del Viejo Continente.
Que Berlín instalara en Polonia campos de concentración, como el de Auschwitz no fue por eso casualidad. Tres de los seis millones de judíos víctimas del Holocausto eran de ese país. La guerra dejó también otros tres millones de muertos polacos no semitas: combatientes de la resistencia, fallecidos de muchas ejecuciones en masa, civiles.
Varsovia era solo el primer paso. La Wehrmacht ocupó hasta 1941 Dinamarca, Noruega, los países del Benelux, Francia, Grecia, Yugoslavia y parte del norte de África. La guerra se expandió por toda Europa, África y Asia y sumó actores claves como EEUU.
Cuando más de cinco años después Alemania capituló el 8 de mayo de 1945, el país estaba reducido a cenizas y escombros y en mano de las potencias vencedoras, el pueblo judío había sufrido un horror sin precedentes, Europa entera sangraba y el mundo avanzaba a una división bipolar entre EEUU y la Unión Soviética.
El turismo actual. La Westerplatte, donde comenzó todo, es hoy una popular escapada para los habitantes de Gdansk. Muchos se recuestan a tomar sol en la pequeña playa de arena en la península a pocos metros de las ruinas del fuerte, otros caminan por el paseo que mira al mar.
El sitio sigue siendo un auténtico símbolo del primer intento heroico de frenar la maquinaria de guerra nazi.
«Se esperaba que los 200 soldados y militares de la Westerplatte aguantaran 12 horas. Pero duraron siete días», cuenta la guía a los pasajeros de un barco en excursión por la zona.
El milagro de la construcción europea tras el conflicto se refleja en la mezcla de nacionalidades y lenguas de los turistas que visitan en la actualidad el lugar.
En un puesto que vende multitud de souvenirs y miniaturas de cascos, monumentos, máscaras de gas y uniformes puede verse un maniquí que lleva una gorra con signos polacos y una camiseta del Ejército germano. Un turista británico sonríe al verlo. «¿Es una ironía, o simplemente es Europa?», se pregunta.