Calles iluminadas

DONACIANO BARTOLOMÉ CRESPO
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Las calles se llenan también  de luz cuando por ellas transitan personas luminosas, llenas de luz, buenas. Antes para las fiestas como las de San Antolín en las Iglesias actuaban afamados predicadores que intentaban llenar de luz las vidas de las feligresías y devotos. Ahora las alcaldías buscan pregoneros que enardecen y estimulan al ya enfervorecido público festivo. En estos días transita por nuestras calles una persona de singular bondad y ejemplo. Son sus últimos por ahora  en Palencia. El día  5 a las 12 de la noche vuela a Perú. Allí trabajó  en la ciudad, en la sierra, en la selva y en el llano, hasta extenuarse. Ha necesitado estar entre nosotros 9 años para recuperarse del agotamiento que traía. Misas, predicaciones, comedores sociales, promoción íntegra, de todo hacía este hombre pequeñito de 63 años nacido en Quintanilla de Onsoña y descansante en los últimos tiempos en Relea. Cuando otros a su edad y con la cartilla laboral bien repleta pensamos en la jubilación por otra parte bien merecida, él retorna al duro tajo para ayudar  y sin sueldo a quienes tal vez ni le conocen  Este señor curtido en la disciplina, el rigor, la espiritualidad por los alemanes de Saldaña y su entonces Instituto laboral se embarcó en la tarea grata, pero difícil de ser misionero. Y allá en Perú  dejó durante 20 años trabajos, empeños, obras religiosas y sociales. Atendió a todos y a todo. Las  villas pobres de emigrados bien lo notaron y les ayudó a superarse, a poner en común algo para que prosperasen todos. Y prosperaron. Con poco hizo mucho. Y yo lo vi. 
Posiblemente sean pocos los que le reconozcan andando por la Calle Mayor,  o por cualquier calle o plaza que Palencia tiene muchas y muy hermosas. Si se encuentran con él, mírenle con respeto, como a una farola de las grandes de esas que todavía hay, de muchos cuerpos y focos. Mírenle como un faro luminoso que proyecta luz, bondad, armonía, espiritualidad, compromiso, acción. El Padre Conrado Franco Lorenzo, perteneciente a los Misiones Combonianos, es uno de esos ejemplos que deberían ser mostrados con más frecuencia. Seguro que los de Relea y comarca lo saben bien. Con algo de pena se va para estar allí y pronto. Ni siquiera  ha esperado a las fiestas del Valle en Saldaña donde hace pocos años iluminó a la Loma y la Vega, la Peña y el Cerrato. Su palabra cálida, cercana, entrañable, religiosa y humana que en el templo enfervorizó a muchos. Se va, se va,  a ser luz de aquellas tierras hermanas, se nos va un palentino sacrificado, luminoso, lleno de buen hacer, se nos va algo mejorado en salud, se nos va porque de pequeño  en casa, en la escuela, en el seminario, aprendió ya a servir, a hacer el bien. Total. Seguro que quienes le encuentren aún por las calles festivas de Palencia y le hablen gozarán de su resplandor de hombre bueno y de bien, de un cura lleno de gozo por su ministerio y por los horizontes que la pertenencia a la Iglesia y a una Institución religiosa  han conformado su existencia. Se nos va con nostalgia, dejándonos la luz de su ejemplo. Vete en buena hora. Tu ejemplo nos queda.