Mismo guion y mismos actores. El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, anunció ayer que volverá a proponer al PSOE formar una gran coalición para gobernar España (junto con Ciudadanos) si, tras las elecciones del 26 junio, el panorama político sigue fragmentado.
«El gran cambio que debería producirse en España es que fuera posible que dos fuerzas políticas, cuando las circunstancias lo exigen, se pongan de acuerdo», afirmó Rajoy en su intervención en la clausura de la XXXII Reunión del Círculo de Economía, en Sitges.
«Voy a decir exactamente lo mismo. Es en lo que creo, es lo mejor para España», subrayó ante los asistentes, en su gran mayoría empresarios, ante los que defendió las reformas que ha impulsado su Gobierno en los últimos años.
El presidente del Gobierno añadió que sería una «insensatez» apostar por una fórmula que no fuera esta, y argumentó que se puede gobernar con minoría con algo más de 100 escaños, pero añadió que con esta fórmula es muy difícil lograr estabilidad.
Para Rajoy, los meses que han pasado desde los últimos comicios se resumen en que él el 21 de diciembre ofreció un gran pacto el PSOE que no tardó ni tres segundos en rechazar: «Todo lo demás es anécdota», zanjó, en alusión a los intentos que hicieron los socialistas para gobernar.
Aseveró que tras el 26-J se debe hacer un Gabinete estable, sensato y que no haga genialidades: «No se gobierna con tuits, esto requiere hacer las cosas bien, pensar lo que se hace y requiere poca demagogia y poca frivolidad».
El popular insistió en la defensa de la fórmula de reformas y ambición que ha utilizado su Gobierno para salir de la crisis y abogó por seguir aplicándola para llegar «en un futuro no muy lejano a la salida de la crisis iniciada en 2007, es decir, recuperar los 20 millones de personas con empleo».
Sin citarlo directamente, advirtió al secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez, de que tras el 26-J las alternativas serán dos: la gran coalición, que le propone el PP, o gobernar con Podemos y los independentistas: «Todo lo demás es inviable».
Además, el líder del PP culpó a las alcaldesas de Barcelona, Ada Colau, y de Madrid, Manuela Carmena, de hacer «muchísimo daño a la economía» con algunas de las decisiones que han tomado en sus respectivas ciudades y advirtió que «la demagogia barata o actuar con prejuicios ideológicos hace muchísimo daño a la economía, igual que la inestabilidad y la incertidumbre política».
Aunque sin citar explícitamente a Colau, el presidente del Ejecutivo denunció que «suspender la licencia» para nuevos hoteles o paralizar «nuevas licencias turísticas» es «un gravísimo error» y hace daño a la imagen de España.
«Paralizar en Madrid la operación Chamartín, el proyecto Campamento o castigar al inversor» -el grupo chino Wanda- que adquirió el edificio España es un gravísimo error», concluyó en referencia al Ejecutivo de Carmena.