El sueño de Al Andalus

Leticia Ortiz (SPC)
-

Aunque la amenaza del Estado Islámico es global, el simbolismo de España seduce a los 'yihadistas' que anhelan reconquistar la tierra de sus «abuelos»

Cuenta la leyenda que después de entregar las llaves de La Alhambra a los Reyes Católicos, al salir de Granada camino de su exilio en las Alpujarras, el último rey musulmán de Al Andalus, Muhammad XII, o Boabdil el Chico. como le conocían los cristianos, volvió la cabeza para ver su ciudad por última vez y lloró, mientras su madre, la sultana Aixa, le decía: «Llora como una mujer lo que no supiste defender como hombre». Desde entonces, el monte en el que Boabdil paró para contemplar la capital del Reino Nazarí, que hoy cruzan las carreteras que van desde la ciudad andaluza hasta la costa, recibe el nombre de Suspiro del Moro.

Aunque los historiadores niegan la veracidad del relato, lo que sí es cierto es que Boabdil el Chico fue el último soberano islámico de Al Andalus que, en aquel año 1492 en el que acabó la Reconquista con la entrega simbólica de La Alhambra, ya se limitaba solo a Granada, puesto que, desde la derrota de las tropas musulmanas en la Batalla de Covadonga («Asturias es España y lo demás, tierra conquistada», reza el aforismo popular) había ido cediendo terreno, después de 700 años de esplendor.

Eran épocas de Cruzadas y Reconquistas, de batallas épicas para ampliar los límites de los imperios, años de sangre y espadas... Que el Estado Islámico quiere volver a poner de actualidad, aunque valiéndose, claro, de las herramientas técnicas del siglo XXI, así como de la libertad y los derechos de los países democráticos contra los que pretende combatir. Pero, ¿existe una amenaza real sobre España?

Después de los atentados del pasado viernes 13 en París, es más que evidente que los yihadistas pueden atentar en cualquier punto del mapa. De hecho, su amenaza es global, como ellos mismos han puesto de manifiesto en innumerables ocasiones. Así que el riesgo, como aseguran fuentes policiales, es evidente. En este sentido, la nación mantiene el nivel cuatro, sobre cinco, de alerta antiterrorista, lo que supone una mayor presencia policial en las calles y en infraestructuras críticas.

Sin embargo, más allá de esa amenaza a todo Occidente, para algunos terroristas enrolados en las filas del Estado Islámico, España supone un anhelo mayor que el de otras naciones pues no olvidan que, durante casi ocho siglos, gran parte de la Península Ibérica estuvo regida por los musulmanes. «Y os digo que España es la tierra de nuestros abuelos y vamos a abrirla si Dios quiere, con el poder de Alá», anunciaban en un vídeo colgado en Internet el pasado mes de julio Nouredin Majdoubi y Salahedin Ghaitun, dos yihadistas localizados en el norte de Marruecos.

No fue una amenaza aislada de dos individuos. «La reivindicación de Al Andalus es más que un problema de percepción o, mejor dicho, de alucinación ideológica», remarca Kamel Daoud, uno de los intelectuales más conocidos de Argelia, que vive, además, amenazado por los radicales. «Es el reconocimiento de que los árabes hemos terminado por fabricar una generación que, sin presente y sin futuro, delira sobre su propio pasado», añade.

Así, antes de los atentados de París, se contabilizan en torno a 15 amenazas directas de los yihadistas hacia España solo en 2015. El número aumentó tras la masacre gala, ya que en la grabación en la que los terroristas reivindicaron los crímenes también amenazaron a «Roma y Al Andalus». «Realmente lo que queremos, Insha Allah (si Dios quiere), es París antes que Roma y antes de Al Andalus», señalaron los terroristas. Este mensaje es significativo debido a que tanto la capital italiana, a la que Daesh (el acrónimo en árabe de Estado Islámico de Irak y el Levante) dedicó un número de su revista Dabik, como España, son dos de las reivindicaciones históricas de los radicales musulmanes en cuanto a sus objetivos a conquistar.

Alhambra y mezquita.

De la más de una docena de menciones explícitas a España por parte de los terroristas, dos llaman especialmente la atención: una realizada el 29 de agosto y otra en torno al 10 de octubre. En la primera, los radicales lanzaban un vídeo en inglés en el que, sobre imágenes de La Alhambra y la Mezquita de Córdoba, alentaban a la expansión de su Califato por Al Andalus. Y, casi como una continuación, meses después, el Daesh colocó a su idílica España de la Edad Media en el centro de una campaña internacional para implantar «el dinar de oro». La grabación, de cinco minutos y medio y que lleva el sello de Al Hayat Media Center, la gran productora Estado Islámico, presenta la expansión del Islam en el siglo VIII por la Península Ibérica como momento dorado de la Historia de los musulmanes.

Precisamente, en los foros yihadistas prolifera un mapa en el que aparecen en negro -color de la bandera y de los uniformes del EI- los territorios que planean unificar en el futuro a su Califato, entre los que se incluye a Portugal y España, un país al que consideran «una tierra del Islam invadida por infieles».

No obstante, la idea no es nueva. Primero fueron los discursos de los líderes de Al Qaeda, Osama Bin Laden y Ayman Al Zawahiri, los que potenciaron a España en el imaginario terrorista. Ahora el testigo de la propaganda lo ha recogido el Daesh, cuyos simpatizantes no han dudado en publicar vídeos y captar imágenes de lugares emblemáticos occidentales junto a la bandera del Daesh. Muchas de ellas, tomadas en España. Es el caso de una instantánea que apareció en varios medios de comunicación con el palacio islámico de La Aljafería (Zaragoza) de fondo y en primer plano una bandera del EI. En su delirio, los radicales se fotografiaron también en la playa de la Concha y el monte Urgull con la parafernalia terrorista. Y eso que San Sebastián jamás fue conquistada por los musulmanes.

Tiempo y reloj.

Ante la imposibilidad inmediata de nuevas conquistas territoriales en plan guerra relámpago, como las que realizaron en Siria e Irak, las Fuerzas de Seguridad creen que la estrategia de los terroristas pasa ahora por infiltrar a militantes que, con el tiempo, puedan cometer grandes atentados. Como reza un proverbio árabe que los yihadistas han hecho suyo hasta las últimas consecuencias: «Vosotros tenéis el reloj, nosotros el tiempo». Es decir, un radical puede casarse, tener hijos, parecer asentado y, después, desaparecer porque ha pasado a formar parte de una red de captación o, más directamente, porque ha decidido participar en la Yihad.

«El fuego de la guerra se ha encendido en Argelia y sus llamas no se extinguirán hasta la conquista de Al Andalus». Ése es el pensamiento de unos terroristas que ya han demostrado sobradamente su poder. Su objetivo: vengar las lágrimas de Boadil, el Chico.

un día cualquiera. Pero ¿cómo se vive todo esto la comunidad musulamana? A las puertas de la madrileña Mezquita de Tetuán, Santiago espera a que Mohamed abra las puertas. Son las 10 de la mañana y él y sus 14 alumnos del Grado de Historia han cambiado el aula de la Universidad Autónoma por el lugar de culto de los musulmanes, coincidiendo con el primer viernes después de los atentados de París. «Teníamos concertada la visita desde hace tiempo, pero ahora después de los ataques con más razón queremos demostrar nuestro interés por la cultura araboislámica», afirma este profesor que imparte la optativa Al Andalus y el mundo islámico.

Santiago cuenta que esta semana las preguntas en las clases han girado en torno a qué es el Daesh, cómo se financia y cómo se ha podido llegar a esta situación. Él explica que, aunque parece un fenómeno de hace unos años, en realidad estos terroristas toman sus ideas y justificación de la edad media. Y se refiere a ellos como terroristas, no como yihadistas porque, según precisa, la primera acepción de Yihad es «el esfuerzo por ser un buen musulmán, por el perfeccionamiento religioso».

El presidente de la Comisión Islámica de España, Riay Tatary, insiste en que estos rebeldes nada tienen que ver con el Islam ni con los musulmanes. «Saben comer el coco, saben provocar la ira, con vídeos, mostrando acciones contra los musulmanes», apunta, pero inmediatamente aclara que los musulmanes «no son vengativos» y que ya pueden cometer atrocidades contra ellos que van a dejar la justicia en manos de Dios.

Así lo destacó el imam de la Mezquita de Tetuán, Gamal, de la Universidad de al-Azhar, Egipto, en el sermón del pasado viernes, el primero tras los atentados de París: «Ni vosotros tendréis que responder de nuestros delitos ni nosotros de lo que hagáis. Nuestro Señor nos reunirá y fallará entre nosotros, según la justicia», proclamó citando el Corán.

Más de 2.000 musulmanes asistieron a esa cita. La mayoría hombres que se congregan en la primera planta del lugar. Las mujeres y niños, formaron dos filas en la segunda planta, desde donde siguieron la oración.

El imam comenzó condenando los atentados de Francia: «¿Acaso Dios permite una Religión que derrame sangre? Cualquier persona que haga esto no entiende nada de la religión. ¿De qué forma se intenta engañar a la gente?». El religioso insistió en una aleya del Corán en la que Alá dice: «Quien mata a una persona es como si matara a toda la humanidad». Y continúa: «El modelo del Islam no es cortar cabezas, derramar sangre o traicionar, ese no es el Islam que ha traído el profeta». Finalmente, lanza un mensaje a los musulmanes presentes y les pide que sean «ejemplo a seguir» y defiendan el verdadero Islam, el de la «paz» y la «misericordia».

Precisamente, en este sentido de paz, Riay Tatary, se puso serio. «Estamos totalmente, frontalmente, en contra de la guerra», subrayó, oponiéndose a quienes apoyan una intervención militar en Siria e Irak. Tatary, musulmán, sirio de origen y residente en España desde los 19 años, piensa que «la guerra jamás dará resultado». «En Raqqa, 300 civiles murieron el día después de los atentados de París», recordó, al tiempo que se mostró convencido y esperanzado de que solo se vencerá al Daesh «construyendo la paz».

No obstante, reconoció que es difícil y que la educación en este sentido es muy importante para que ningún joven caiga en las redes de estos terroristas y consideró que la Mezquita es precisamente el mejor lugar donde la gente puede aprender los verdaderos valores del Islam pues, tal y como apunta Mohamed Ajana, «el Corán es el único libro que uno puede leer si sabe árabe pero que solo puede interpretar correctamente con la ayuda de un maestro».