La caída de meteoritos en el norte palentino en enero de 2004 acaba en la Audiencia Provincial de Palencia

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El Alto Tribunal de la provincia archiva una querella por «apropiación indebida» de estos objetos procedentes del espacio que un vecino de Villalbeto había presentado frente a un periodista palentino. La Sala justifica el archivo al detectar «serias

ALBERTO ABASCAL

La Audiencia Provincial de Palencia ha confirmado, por segunda vez, el sobreseimiento y archivo de la querella que en el año 2012 presentó José Luis Allende del Valle, vecino de Villalbeto, localidad situada en el norte de Palencia, frente al periodista, también palentino, Abel Tarilonte Santos, al que acusó de supuesta apropiación indebida de meteoritos, caso que fue tramitado en fase instructora por el Juzgado Número 1 de Cervera de Pisuerga.

Después de que querellado y querellante, así como varios testigos vecinos de la zona y del propio Villalbeto, junto a otras pruebas practicadas, declararan durante la instrucción,  la jueza concluyó que no existían indicios suficientes para seguir adelante con la querella presentada; decisión que se ha visto ahora confirmada por la Audiencia Provincial de Palencia mediante un auto de sobreseimiento y archivo de la querella.

En el auto del Alto Tribunal de la provincia se destacan las «serias contradicciones» existentes entre  las partes y concluye la Sala, a la vista de las pruebas practicadas, que «así las cosas, no parece que existan indicios fundados sobre la supuesta apropiación de las piedras». «En especial sobre si las piedras se entregaron a los solos efectos de que fuesen analizadas por las instituciones correspondientes o si, en realidad, fueron vendidas por el querellante al querellado, con lo cual no consta demostrado el hecho de que la posesión inicial lícita de las piedras se haya convertido en ilegítima por haberse quebrantado la relación de confianza en que se fundó la entrega», reitera el auto judicial.

Y es que la Audiencia Provincial establece que las actuaciones instructoras practicadas respecto a lo publicado en los medios de comunicación y al informe del Museo Nacional de Ciencias Naturales carecen de significado en esta causa.

LA BÚSQUEDA. El periodista palentino Abel Tarilonte Santos, defendido en esta causa por el abogado Juan Manuel Santos Beneit, titular del bufete Beneit & Bilbao Abogados de Palencia, ha explicado a Diario Palentino que la decisión de archivo de la causa por parte de la Audiencia Provincial «impone cordura y hace justicia»  a lo que considera como «una infundada querella» por parte de José Luis Allende del Valle.

«Frente a lo dicho en la querella, Allende del Valle admitió finalmente hechos tan relevantes como el haber participado Tarilonte Santos junto a él en la búsqueda de los fragmentos caídos de meteorito, o el hecho de haber recibido dinero pagado por  Tarilonte Santos a cambio de los fragmentos encontrados por importe nada desdeñable de 700 euros; pago que se omite, al parecer, en la inicial querella.

Los hechos se remontan al 4 de enero de 2004 cuando tuvo lugar la caída de varios meteoritos en el norte de las provincias de León y Palencia, hecho que fue presenciado por el periodista Abel Tarilonte Santos que se hallaba aquel día en su pueblo de origen, Acera de la Vega, próximo a la zona.

El fenómeno despertó el interés del periodista Abel Tarilonte y le llevó a seguir la pista del meteorito conforme a la trayectoria que había observado en el firmamento y los datos que fue recabando mediante múltiples conversaciones con vecinos de la zona. Durante el seguimiento se conocieron precisamente Tarilonte Santos y el  querellante Allende del Valle. Realizaron rastreos individuales y conjuntos en la zona, que se saldaron con el hallazgo de un fragmento de meteorito por parte de Allende del Valle, que pesaba unos 42 gramos, y otro posteriormente de manera conjunta, durante una nueva batida realizada con la participación de Tarilonte Santos, que como curiosidad pesaba unos 21 gramos. Llevados los fragmentos por el periodista para que fueran analizados en Madrid y comprobándose el «origen extraterrestre» de los dos ejemplares, Abel Tarilonte regresó a Villalbeto, adquiriendo las piezas por el indicado importe de 700 euros que  debió entregar a Allende del Valle.

Así las cosas, el periodista palentino pudo seguir adelante con la investigación  iniciada y el análisis de los meteoritos en otros centros especializados.

De hecho, el experto en información cedió gratuitamente los fragmentos de meteorito para su exposición en distintos museos de la región como el Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) y el Museo de la Ciencia de Valladolid.

FENÓMENO. Previamente a todo ello, el periodista había tenido una «participación activa y relevante», según explica a DP su abogado Juan Manuel Santos Beneit, en el seguimiento del fenómeno, como la descripción de la trayectoria mantenida por el meteorito y del lugar caído de los fragmentos, además de participar en alguno de los rastreos y colaborar desinteresadamente con los primeros científicos que se desplazaron hasta el lugar.  

«Nunca tuve otra motivación -señala Abel Tarilonte Santos- que el seguimiento del suceso, dada mi profesión de periodista, por la singularidad del mismo y el interés informativo que entendí que podría revestir».

Por lo demás, «no se explica tampoco que tardaran  nada menos que unos siete años en presentar esta querella desde el momento de recibir el dinero, queriendo acusar en este momento a Abel Tarilonte por un delito de apropiación indebida que se ha visto descartado en los Tribunales al carecer la acusación de indicios suficientes de delito, quedando archivada», subraya Juan Manuel Santos Beneit, titular del bufete Beneit & Bilbao Abogados.

La querella presentada por el vecino de Villalbeto y ahora archivada por la Audiencia de Palencia le ha ocasionado a Abel Tarilonte «meses de desvelo y lógica intranquilidad», llegando a afectarle no sólo a nivel personal sino incluso familiar y laboral, según explica.

De hecho, el citado periodista reitera que «se trata de un daño difícil de reparar, siendo lo positivo que «ahora por fin ha podido explicar y aclarar todo lo ocurrido».

PRIMEROS METEORITOS EN 57 AÑOS

El bólido entró en la atmósfera terrestre a 61.000 kilómetros por hora y estalló a unos 28 kilómetros de altura esparciendo fragmentos en un área elíptica de unos 20 x 6 kilómetros en el norte de Palencia

El superbólido del 4 de enero de 2004 fue un fenómeno geológico de importancia trascendental, estuvo acompañado de sonidos, una estela persistente de 30 minutos y más de 32 fragmentos documentados. La masa entrante se pudo determinar independientemente por su luminosidad, por detección sísmica, por detección infrasónica y por radioisótopos, coincidiendo todos los métodos en unos 750 kilogramos y menos de un metro de diámetro.

Entró en la atmósfera terrestre a 61.000 kilómetros por hora y estalló a unos 28 kilómetros de altura esparciendo fragmentos en un área elíptica de unos 20 x 6 kilómetros en el norte de Palencia (Meteoritos españoles del Museo Nacional de Ciencias Naturales-Estudios Geólogicos, de J. García Guinea, C. Martín Escorza, M. Fernández Hernán, 2006).

Este trabajo firmado por los autores anteriormente citados relata que en la tarde del domingo 4 de enero de 2004 a las 16.46.45 horas TUC (Tiempo Universal Coordinado) un impresionante bólido con destellos más intensos que la luna llena fue observado por miles de personas desde la mitad norte peninsular de España y Portugal y suroeste de Francia.

Del objeto inicial, con una masa preatmosférica aproximada de media tonelada, han sido recuperados unos 30 meteoritos, los primeros en territorio español en más de 57 años (desde 1947 Reliegos, León). El extraordinario brillo del meteoro favorecía su visibilidad a plena luz del día durante escasos segundos, que afortunadamente permitió tomar varias fotografías e incluso un fragmento de vídeo doméstico que emitió una cadena de televisión. Sin lugar a dudas, el superbólido del 4 de enero de 2004 ha sido uno de los fenómenos geológicos más importantes ocurridos en España en los últimos tiempos.

 Su despliegue de color, los fenómenos sonoros asociados, su estela persistente durante más de treinta minutos, la profundización del material en la atmósfera y la aparición, una semana después en Villalbeto, de meteoritos asociados al bólido han permitido documentar detalladamente el fenómeno.

La recuperación de los primeros fragmentos tuvo lugar sobre las pistas de mármol blanco molido y apisonado del pueblo de Villalbeto de la Peña.

El sábado 10 de enero de 2004 coincidieron paseando José Allende del Valle (vecino de Villalbeto), Abel Tarilonte Santos (periodista que iba buscando meteoritos) y Jurgen Neu (comerciante alemán de meteoritos que había acudido por los mismos motivos).

El técnico alemán llevaba imán, lupa y los conocimientos necesarios para identificar los fragmentos; caminando los tres juntos, José Allende encontró sobre la pista un fragmento de 42,03 g y, simultáneamente, Abel Tarilonte encontró otro de 21,76g, el alemán encontró otro más y les corroboró su naturaleza y continuó la búsqueda durante varios días encontrando más fragmentos que facturó por vía postal a Alemania, según manifestó posteriormente a Abel Tarilonte Santos en el Aeropuerto de Barajas al preguntarle por las piezas recogidas.

 La tarde del día 15 de enero, Abel Tarilonte Santos acudió al Museo Nacional de Ciencias Naturales con su fragmento de 21,76 g. para que algún investigador certificara su autenticidad y mostró una foto de la pieza en su lugar de origen sobre la pista apisonada. Javier García Guinea lo inspeccionó, certificó de visu su naturaleza de meteorito y le propuso realizar pruebas no destructivas de la pieza en el ESEM del Museo (microscopio electrónico de barrido) analizando sobre una raspadura previa que dejaba ver su interior de olivino.

Durante el fin de semana del 17 al 18 de enero Abel viajó de Madrid a Villalbeto y compró el otro fragmento de 42,03 g. a José Allende para poder negociar posteriormente, según aparece en dicho estudio.

El lunes 19 de enero Laura Tormo, química operadora del ESEM del MNCN, analizó el ejemplar determinando silicato de magnesio, sulfuro de hierro y hierro-níquel, composición característica de un meteorito de tipo contrita.

El miércoles 21 de enero, hacia las 7 de la tarde, el periodista Abel Tarilonte Santos comprobó que las autoridades del Museo o del CSIC, no le ofrecían la gran compensación económica que esperaba y se llevó las dos piezas de 21,76 g. y de 42,03 g.

SALIDA. Los autores García Guinea y Martín Fernández tomaron la determinación de salir a buscar meteoritos al día siguiente a las cinco de la madrugada con la única información del topónimo Villalbeto proporcionada por Abel Tarilonte Santos. Hacia las 12,00 horas pudieron encontrar un primer ejemplar sobre una pista de caliza apisonada en las cercanías del pueblo vecino (Tarilonte a unos 4 km), hacia las 16,00 horas otro ejemplar a unos 2 km del primero, continuaron hasta las 8 de la noche, y a cero grados, utilizando los faros del coche para buscar infructuosamente entre los pueblos de Tarilonte y Villalbeto. La información con las coordenadas geográficas GPS de los hallazgos fue inmediatamente comunicada a los equipos de búsqueda de voluntarios de las Agrupaciones Leonesa y Palentina de Astronomía dirigidos por José Vicente Casado, que estaban alejados sólo unos kilómetros, para sumar esfuerzos determinando una buena elipse de distribución de impactos antes de que los coleccionistas privados (alemanes y franceses incluidos) limpiaran la zona.

Los equipos leoneses y palentinos siguieron buscando y llegaron a recoger otros seis o siete fragmentos más. La búsqueda continuó los siguientes fines de semana más, con más gente en labores de ayuda, hasta llegar a encontrar un total de siete meteoritos, que fueron donados a los museos nacionales (MNCN) y autonómicos (Valladolid) más las secciones enviadas a analizar a California (Dr. Trigo) y Barcelona (Dr. Llorca), los únicos que mostraban interés por analizar los meteoritos. Finalmente, se consiguió conocer unas 30 coordenadas GPS, con sus pesos respectivos, sumando un total aproximado de 4,6 kg, lo que permitió dibujar una buena elipse de distribución de impactos que ayuda a definir la trayectoria de caída del bólido.