Esas sí que son velas que soplar

DP
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Teresa Caballero cumple 106 años en la residencia Doña Sol de la capital y se convierte en la tercera más longeva

Esas sí que son velas que soplar - Foto: Eva Garrido

La residencia Doña Sol, perteneciente a Centros Residenciales Palencia y ubicada en la avenida Derechos Humanos de la capital palentina, vivió ayer una jornada especial, y es que una de las residentes, Teresa Caballero, cumplió 106 años. Se convierte así, según explicó en el propio centro la psicóloga del mismo, Nuria Pérez, en la tercera persona más longeva de la ciudad. El próximo mes de marzo serán ocho los años que lleva en la residencia y, como cuentan Teresa y Félix Calzada, dos de sus hijos -Carlos no pudo asistir a la celebración- «se valía», y a día de hoy «también; no nos podemos quejar». «Se ha caído un par de veces, pero anda; lo único que  hoy -por ayer- no se ha querido poner los zapatos -el primer día que no los coge porque le hacían todos daño- y va con las zapatillas», comentan en conversación con Diario Palentino.

Al hablar de longevidad en la familia, Teresa y Félix señalan que es la de mayor edad, pero una tía carnal, Casilda, murió hace unos años con 106, sus hermanos, todos fallecidos, «rondaron los 90 y pico»,  y primas carnales pasaron de los cien. 

La resistencia de Teresa Caballero, nacida y criada en Dueñas, frente al paso del tiempo es heredada,  según la teoría de su hijo Félix, de su madre, que «había nacido en la Sierra de Gredos, en la provincia de Ávila, una zona de gente con mucha edad». Ama de casa, ha cuidado «muy bien» de sus hijos, nietos y biznietos, relatan Teresa y Félix. «A los tataranietos ya no los ha podido atender», apostillan.

Llegados a según qué edades, y llevados como Teresa Caballero, no queda por menos que preguntar por el secreto, y es a  través de su hija, que se hace eco de lo tantas veces repetido por su madre, «no beber nada  y cuidarse bien» y,  además, «la quiso mucho su marido». «Tener un buen marido también es salud», repetía. «De lo que presume siempre es de no haber probado en su vida una gota de vino; eso que se pierde», piensa su hijo Félix, que revela que otro de los aspectos a los que Teresa Caballero atribuye su edad y bienestar es a ser «muy religiosa». «Hizo un voto a la Virgen del Carmen -estuvo dos años en cama-  de que se vestiría del hábito del Carmen, y siempre lleva algo marrón. Ha estado con el hábito del Carmen desde el año 50 hasta hace seis u ocho», describe. Precisamente al cuello lleva una medalla de la Virgen del Carmen, regalo de la dirección del centro con motivo de su 105 cumpleaños.

«Para los años que tiene, no  podemos pedir más», subraya su hija Teresa, que hace referencia a que su madre «siempre ha sido muy escogidita para comer. Ha leído muchísimo -recuerda-, «aunque estar mucho tiempo sentada no ha ido ni va con ella;  siempre se ha movido demasiado. Se va cansando y  estar atenta ya es un esfuerzo para ella», expone. A lo largo de la conversación, la cumpleañera ratifica las palabras de su hijos, como lo bien que se encuentra en la residencia y lo querida que se siente y que va a cumplir otro año.

«Es como una anguila, se va de las protecciones», indica su hijo al hablar de cómo pasa las noches. «Se baja sola de la cama al servicio si ve que tardan, porque nada de hacer pis en el pañal».  

En el capítulo de achaques, los hijos de Teresa Caballero recuerdan  que sobrevivió  a una septicemia hace cinco años. «No daban nada por su vida. Fue un tratamiento extremo y salió fortalecida». Alos 96 años tuvo una rotura de cadera, pero más ha pesado en su estado la última caída, después de otra  de  hace un año y pico. «Se rompió la pelvis y con muy poco reposo, ha soldado y anda sola». 

 En cuanto al festejo del cumpleaños, por la mañana se celebró una misa a cuyo término se entregó a Teresa Caballero un ramo de flores, una orquídea y un marco con una foto suya, a la espera de que  ponga otra de la jornada de ayer. Por la tarde tuvo lugar una fiesta, ya con las notas del cumpleaños feliz, en el ambiente, chocolate y tarta con velas que soplar. 

La celebración íntima, por otra parte, como la mayoría de la familia está fuera, será el sábado (Teresa es la única que vive en Palencia). Tuvo cuatro hijos -una falleció- nueve nietos, ocho biznietos y tres tataranietos.

«Se enfada un poco cuando nos marchamos, porque como todo el mundo, quiere estar con la  familia», concluyen.