El 'Doñana' de la Meseta

C.V.G. (ICAL)
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En las Lagunas palentinas de La Nava, Boada y Pedraza pasan el invierno entre 30.000 y 40.000 ejemplares de aves acuáticas de cuarenta especies diferentes

Aves en La Laguna de la Nava, en los entornos de Fuentes de Nava. - Foto: Bragimo/ICAL

Gacilla boyera con un topillo recién cazado.
Gacilla boyera con un topillo recién cazado. - Foto: Bragimo/ICAL

 
Completamente anegadas, las Lagunas de La Nava, Boada y Pedraza, en pleno corazón de la Tierra de Campos palentina, se encuentran en el momento más álgido de todo el año. Acogen a una población de entre 30.000 y 40.000 ejemplares de hasta 40 especies diferentes de aves acuáticas, que han viajado desde el Norte de Europa para pasar aquí el invierno convirtiendo al humedal en uno de los más importantes del país y en el Doñana de la Meseta.
«Determinadas especies, algunos años han albergado casi el 40 por ciento de la población de aves acuáticas de España», destaca Carlos Zumalacárregui, técnico de la Fundación Global Nature que gestiona las Lagunas de Boada y Pedraza, y que pone con este dato en evidencia la relevancia ambiental del humedal castellano.
Entre todas las especies que vuelan hasta estas lagunas, sin duda, el rey es el ánsar común o ganso, que ha hecho que este humedal sea conocido y prestigiado tanto dentro como fuera del país. Los gansos conforman la mayoría de las aves que pueblan estas tierras anegadas los meses de invierno.
En el año 2010, recuerda Zumalacárregui, se contabilizaron hasta 35.000 ejemplares, lo que supuso el 20 por ciento del total de España, sólo superado por el Parque Nacional de Doñana. Y es el ganso el que ofrece en este entorno natural su mayor atractivo turístico y ornitológico, un impresionante espectáculo que ha conseguido atraer en los últimos años a numerosos curiosos y amantes de la ornitología, buena parte de ellos británicos y de otros puntos de Europa.
Miles de ejemplares sobrevuelan en bandada cada día, entre dos luces, al amanecer y al atardecer, las lagunas para pasar sobre ellas la noche. «El ganso es muy particular, pasa el día en los campos de alrededor comiendo los brotes de cultivos o rastrojos y regresa al agua para dormir. Lo hace en bandadas de 2.000 ó 3.000 ejemplares y emitiendo su particular graznido, presentando así un singular y bello espectáculo», indica Zumalacárregui.
Además del ganso, desde noviembre han ido llegando otras especies como el pato azulón, el silbón o cuchara, la garza y la cerceta común. Algunas de ellas utilizan el humedal como lugar de paso para seguir viaje hasta el Norte de África en busca de temperaturas más suaves, y otras se quedan durante todo el invierno, aproximadamente hasta marzo.
El número de ejemplares que este invierno ha recalado en las tres lagunas se conocerá en breve, ya que este mismo fin de semana la Junta de Castilla y León, en colaboración con la Fundación Global Nature, ha realizado el censo anual que se elabora en toda Europa al mismo tiempo desde los años 70 y que servirá para valorar la importancia de las lagunas en el entorno europeo.
Los datos de los últimos años reflejan, según el técnico de Global Nature, un ligero descenso en el número de aves que hace invernada en las lagunas. La explicación se encuentra, añade, en que los inviernos son menos fríos en el Norte de Europa debido al incremento generalizado de las temperaturas haciendo que las aves migratorias dejen de viajar en busca de un clima mejor.
 
‘Mar de Campos’. Aunque en su momento recibió el sobre nombre de Mar de Campos, lo que daba idea de su dimensión e importancia, este humedal es ahora artificial. Originariamente, fue una gran laguna esteparia con una superficie anegada de media en torno a las 2.500 hectáreas que en los años más lluvioso llegó a alcanzar las 5.000 hectáreas. Hasta los años 40 era uno de los mayores humedales de España, pero fue secado en las décadas de los 40 y 50 para su aprovechamiento agrícola.
A principios de los 90 comenzó su recuperación a cargo de la Fundación Global Nature. Primero empezó inundando con financiación de la Unión Europea y de la Junta 150 hectáreas de la Laguna de La Nava, gestionada hoy de forma directa por el Gobierno regional.
En la actualidad, son ya unas 450 las hectáreas que conforman la zona anegada. A ellas hay que sumar otras 90 hectáreas de la Laguna de Boada y 60 hectáreas de la de Pedraza recuperadas posteriormente y que distan entre sí unos pocos kilómetros.
El agua con el que se nutren de forma artificial las lagunas procede del Canal de Castilla, así como de arroyos del entorno, además de la contribución natural de las lluvias, que el pasado año y en lo que va de este está siendo muy importante por lo que el humedal está complemente inundado.
Nada más comenzar su recuperación, las lagunas fueron recolonizadas de forma inmediata por numerosas especies de aves. Hasta la fecha se han contabilizado 224 especies, lo que supone casi el 60 por ciento de las que se pueden observar en toda España. Pero además de permitir el regreso de las aves, estas lagunas han recuperado un flora casi única. Destaca la presencia de especies raras y amenazadas, como la chara oedophylla y otros micrófitos acuáticos, tales como la zannichellia obstuifolia. Otra especie presente es el botumus umbelatus, muy escasa y en regresión en la Península Ibérica.
 
Recurso turístico. Además  de conseguir retornar el medio natural casi a su estado original, con esta actuación en el humedal se ha creado un importante recurso turístico en la comarca, donde han surgido alojamientos rurales y restaurantes para dar servicio a los visitantes de las lagunas.
El Centro de Interpretación de la Laguna de Boada recibe al año unas 3.000 visitas. Pero no es el único recurso a disposición de los turistas, que pueden disfrutar de una ruta señalizada de kilómetro y medio con paneles informativos y observatorio, además de un albergue en Fuentes y otras instalaciones destinadas a facilitar la observación de las aves y acercarse a sus hábitos y formas de vida.