Escuchar la llamada

E.M.
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En la última década, en la Diócesis se han ordenado seis sacerdotes, una cifra muy alejada de lo que se vivió no hace mucho tiempo cuando la riqueza de vocaciones ocupaba las salas del Seminario

Durante el mes de octubre se está desarrollando en el Vaticano el Sínodo Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, convocado por el Papa Francisco. En este encuentro de obispos de todo el mundo, la Iglesia reflexiona sobre cómo responder a la realidad juvenil, cómo acercarles la fe en Jesús y de qué forma le interpelan los más jóvenes de las comunidades eclesiales.

 En los tiempos que corren es complicado que la gente se comprometa y, muchas veces, cuando lo hace, es a medias. Pero siempre hay que estar dispuestos a tomar decisiones y afrontar las consecuencias. Eso es lo que se hace de forma especial cuando uno decide emprender un camino, más si se trata de elegir la vida religiosa en unos tiempos en los que esta ruta parece ir contracorriente.

La Diócesis de Palencia, que siempre se ha caracterizado por su riqueza vocacional, ha seguido en los últimos años el mismo recorrido que la mayoría de comunidades religiosas del país. En la última década se han ordenado seis sacerdotes palentinos.

«El momento sociocultural que vivimos no invita a mirar lo trascendente, a ver lo que tiene entidad, pues eso no está de moda. Estamos con la mirada puesta en lo que tenemos al alcance de la mano», declara el rector del Seminario, Aurelio Báscones.

Al igual que en otras diócesis, la preocupación por la falta de vocaciones es evidente. «Nuestra inquietud no pasa por tener más o menos gente, sino porque realmente alguien sea capaz de descubrir esa llamada como bautizado y luego asuma un compromiso en la Iglesia, sea de la manera que sea», argumenta Báscones. «La base no es que haya más curas, lo primero es descubrir esa verdadera vocación de seguir al Señor, para después valorar si uno está capacitado para vivir la vida sacerdotal y de entrega total», añade.

Por ello, el rector del Seminario tiene claro que «cuando encontramos a alguien con esa vocación, hay que tener tacto para ver su calidad humana y cristiana».

Cada vocación tiene una trayectoria muy personal. Algunos la descubren de repente, en una homilía, en un viaje o después de una experiencia personal, mientras que otros sienten ese momento tras leer un libro o al relacionarse con algún sacerdote que les muestra cómo es la vida de quien dice un sí total a Dios. Es más, también hay quienes no saben porqué, pero un día se encuentran pensando que algo o alguien les está señalando ese camino.

«Es un momento difícil, pues cada uno tenemos en mente unos planes y pensamos que son los que tenemos que seguir. Hay quienes han cambiado sus vidas de forma radical, pues su idea era estudiar una carrera concreta, formar una familia y dejarse llevar por ese camino. Pero de repente llega otra invitación y, aunque es atractiva, muchas veces cuesta aceptarla», explica el rector del Seminario palentino. Es en ese momento en el que empieza un proceso «para ayudar  a la persona a discernir y a descubrir cuál es su vocación». A partir de ahí comienzan distintas etapas de formación, «que duran toda la vida».

formación. El Seminario Mayor se cerró en 2007, mientras que en 2012 echó su puertas el Seminario Menor, en el que ese último curso contaba con 18 alumnos, frente a los 135 que acogió en el 93/94.

«La vida comunitaria en el seminario es fundamental y si hay pocas personas el enriquecimiento se empobrece», indica Báscones. Pero como esta situación se repite en muchas diócesis, de ahí que se estén estudiando fórmulas para unificar un seminario interdiocesano en Castilla y León.

Hasta entonces, quienes optan  por esta formación tienen que salir fuera. Los últimos seminaristas palentinos lo han hecho en el Seminario Conciliar de San Dámaso en Madrid, que alberga la sede de la Universidad Eclesiástica San Dámaso. Álvaro Pinto y Daniel Becerril han desarrollado sus estudios en este centro y el pasado 7 de octubre fueron ordenados sacerdotes.

Aurelio Báscones ha sido testigo del crecimiento de estos dos religiosos. «Para mí ha sido un regalo acompañarles, pues estaban muy vinculados a la parroquia en la que yo estaba de cura, San Lázaro, y ver cómo han crecido y se han formado ha sido muy gratificante», señala. «Es muy emocionante poder decir que son dignos de ser ordenados», añade.

«¿Para cuándo el próximo? Pues en estos momentos tenemos a otro palentino preparándose para ello y encantados de recibir a todo el que quiera ser discípulo del Señor. Está claro que hay que recibir esa llamada y luego escucharla, pues un criterio esencial es contar con personas de calidad humana y calidad de vida cristiana», matiza el rector del Seminario. Por ello, Aurelio Báscones recuerda en voz alta que, si Dios pide un cambio de planes, aunque cueste mucho, es para dar algo más grande.

 

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